Aquí estoy de nuevo, escribiendo otro artículo que pueda servir de ayuda a quienes están ahora intentando dar sus primeros pasos en el mundo editorial. En este caso, para hablar de un tema recurrente cuando se trata de autores sin experiencia previa que buscan publicar: el negocio de las empresas de co-edición. Y digo empresas de co-edición, y no editoriales, porque el hecho de que esté formato esté demonizado (y con razón) lo tienen los empresarios sin escrúpulos que han visto en una mina en los aspirantes a escritor.
Pongámonos en situación. Escribir una novela requiere tiempo. Mucho tiempo. Incluso autores tan prolíficos como Stephen King solo pueden explicar ese volumen de escritura en base al tiempo que dedican en exclusiva a escribir. A estar sentado delante del teclado. Sin hacer otra cosa que hilvanar una palabra con otra. El genio del terror suele confesar un promedio de 4-6 horas diarias aislado en su despacho para producir alrededor de seis páginas. Mi promedio, en un ambiente que a duras penas se puede llamar aislado (y no puedo prolongar tanto como él), es de unas dos páginas diarias. Lo cual significa que, ahora mismo, necesito alrededor de tres veces más días que él para escribir la misma cantidad de páginas. Eso, añadido a la imposibilidad de escribir de forma diaria, aumenta aún más la diferencia. Si consideramos una novela de unas doscientas-trescientas páginas, eso puede significar un año o más escribiendo para un autor novato que no pueda dedicarse a tiempo completo a escribir. Doce meses robando tiempo al ocio para acabar tu manuscrito.
(Éste es el espacio ideal para escribir. El pc, sin conexión a internet, que la carga el diablo)
¿Qué mecanismo usan las empresas de co-edición para aprovecharse de los autores novatos? La falta de paciencia. Ya dije en el artículo anterior que la paciencia, a la hora de publicar, es vital. Pero mucha gente sin experiencia cree que es muy fácil y rápido publicar. Que una vez el texto llega a una editorial, hay alguien que lo recogerá y empezará a leerlo con ansiedad hasta acabárselo (y que, obviamente, le llamarán para decirle que quieren publicar). Y eso no puede estar más lejos de la realidad. Así que, cuando la respuesta de las editoriales empieza a retrasarse más y más (y a no llegar, en la mayoría de los casos), los autores noveles añaden a la falta de paciencia otras dos carencias que, a veces, van unidas: ingenuidad y/o falta de autocrítica.
La falta de autocrítica suele estar provocada por el hecho de no tener a nadie cerca que pueda darte una visión realista de cuál es tu nivel de calidad literaria. Yo lo suelo llamar el síndrome del amigo de la guitarra. Ser el escritor de un grupo de amigos puede causar tanta admiración como ser el chico que toca la guitarra en las reuniones. Un arte que a muchos les resulta imposible de aprender (yo, de hecho, admiro a cualquier persona capaz de unir dos notas de forma coherente). Pero si todo el mundo te dice que lo que haces es bueno, te puedes creer que eres mucho mejor. Y entonces, al enfrentarte a la realidad, se produce una enorme frustración. Los autores noveles con falta de paciencia y autocrítica son, a mi parecer, los que están detrás de aquellos que se lamentan en las redes sociales de que solo se publique a "unos escogidos"; los mismos que se aferran a casos como el de J.K. Rowling para afirmar que las editoriales no reconocen la calidad literaria ni teniéndola delante de las narices. La ingenuidad, por otra parte, empuja a un autor sin experiencia a tocar las puertas de cualquiera que se anuncie como editor. Y que, con la ilusión de publicar, aceptan a ciegas la primera oferta que reciben sin informarse a fondo sobre lo que están firmando.
(Sí, la rechazaron muchas veces. Pero seguro que reescribió el texto durante ese tiempo)
¿Por qué se convierte la co-edición en el negocio maldito del mundo literario? Porque se fundamenta en un modelo que solo busca sacar beneficio de las ilusiones que han empujado a esas personas a convertirse en aspirantes a escritores. A dedicar horas y horas de su tiempo a escribir. Porque su intención es aprovecharse de ell@s, con un modus operandi que suele comprender varias, o todas estas normas:
- Respuesta fulgurante. ¿No he dicho ya que es necesario armarse de paciencia, antes de recibir el veredicto de una editorial? Pues las empresas de co-edición tardan mucho menos en responder. Y nunca dicen que no, porque...
- Su negocio es imprimir libros. Ese es el único y exclusivo fin de la "editorial". El contrato que se firma con ellos gira en torno a cuántos ejemplares quiere el autor que se impriman, y el coste de los demás "servicios editoriales" que deseas contratar (corrector, ilustrador, etc...), alcanzando importes que rondan con facilidad los mil euros (y que, con facilidad, cubren de sobra los gastos de impresión). Dinero que se ha de pagar para tener el libro en las manos, y que supone mucho más de lo que un autor novel alcanza a cobrar si logra firmar un contrato editorial tradicional. Lo cual viene a decir que, para ganar el mismo dinero, el autor co-editado debería vender el doble de ejemplares, grosso-modo.
- El autor hace todo el trabajo. Promoción, presentaciones, publicidad... recaen en el autor. No importa qué promesas de "distribución en todas las grandes superficies" aparezcan en su web, lo normal es que no veas allí tu libro nunca. Y la anécdota habitual sobre las presentaciones habla de que al autor se le obliga a pagar X ejemplares y, si no los vende todos en el evento, se los debe quedar. Ojo: después de pagar por imprimirlos, pagas de nuevo por esos ejemplares. Más costes que solo va a asumir el autor, y que suponen un ingreso directo para la editorial sin haber vendido aún ningún ejemplar. Su interés se reduce a imprimir libros, recordemos.
- Negocios fantasma. En el peor de los casos, la ilusión que empujó a la persona a aceptar la co-edición le arrastran a una pesadilla. Hay múltiples historias en internet que hablan de impagos a autores, editoriales que echan el cierre de un día para otro sin previo aviso (y sin pagar sus deudas a los autores)... Hasta casos en los que, después de haber rescindido el contrato con ellos, se descubre que la editorial sigue exprimiendo tu obra poniendo a la venta los ejemplares que se quedó.
Al final, este tipo de empresas no consiguen más que matar la ilusión de quién se ha pasado meses componiendo una historia para compartirla con el mundo. Aspirantes a escritor a los que esta clase de experiencias puede quitarles las ganas de seguir escribiendo, cuando (muchas veces) lo único que les hace falta es el consejo de alguien que tenga más experiencia. Y aunque ese consejo, casi siempre, será un "debes mejorar antes de poder publicar", al menos se evitarían un montón de disgustos.
¿Mi consejo de hoy? Humildad. Las noticias hacen que los éxitos de best-sellers despreciados por grandes sellos parezcan la norma, cuando en realidad son la excepción. Y si has tenido paciencia para esperar una respuesta editorial que no te llega, puede ser el momento de pedir una opinión crítica sobre tu obra. Igual solo necesitas trabajarla un poco más.
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