martes, 12 de junio de 2018

Mi colección de cuentos favoritos (II)

Hoy, continuando con la lista de relatos que más me han influenciado como escritor, os traigo un clásico del género de terror en el amplio sentido de la palabra. Al fin y al cabo, hablar de H.P. Lovecraft es hacerlo del creador del "horror cósmico".

Mi contacto con el genio de Providence se debió la influencia de terceros, ya que durante mucho tiempo evité la lectura de historias de terror. Hasta que entré en el mundillo de los juegos de rol y uno de mis amigos comenzó a plantear partidas con el reglamento de La llamada de Cthulhu. Aquellas aventuras me familiarizaron con el tipo de historias sobrenaturales que había escrito Lovecraft a principios del siglo XX; y fue estando de veraneo en la playa, sin ningún libro con el que entretener las tardes de estío, cuando me topé con una recopilación de relatos suyos en un kiosco de prensa. Así que me decidí a leerlo. Y resultó que los antologistas habían elegido como punto final al libro El extraño.

(Lovecraft dibujado por Mike Mignola)

De no haber contado con ese relato, sé que la impresión final hubiese sido mucho menos intensa. Para mi, aquella historia fue toda una revelación. En parte, porque jugaba con la temática de las casas encantadas, que es uno de mis temores personales; pero sobre todo porque Lovecraft lo desarrolló en un tono de narración "mundano", en comparación con lo que se consideraría un relato típico de su obra. Nada de fuerzas oscuras actuando abiertamente, monstruos de pesadilla lisérgica o viejas maldiciones acechando en las sombras. La sensación de angustia se produce al conseguir que el lector empatice con el protagonista, por medio de un terror tan "natural" como es el de sentirse vigilado por un intruso. Y párrafo tras párrafo lo pasas sintiendo esa terrible sospecha, preguntándote si ese ruido que escucha o esa sombra que ha entrevisto será el preludio al ataque del villano.

El elemento determinante para que lograse impactarme y esté ahora hablando de este relato fue el giro argumental que Lovecraft se reservó para el último párrafo de su historia. Una revelación que me dejó impactado, y que no volví a experimentar hasta que años después me sumergí en la lectura de Soy Leyenda de Richard Matheson. El extraño me enseñó la poderosa capacidad de inmersión del narrador en primera persona. Cómo esa perspectiva no solo te coloca tras los ojos de un individuo, si no que puede lograr que acabes dentro de su piel; sintiendo sus miedos y sus alegrías. Aunque resulte que sea un monstruo.

Desde entonces, cuando he practicado el género del terror no he podido resistirme a usar seres sobrenaturales y seres dormidos durante eónes. Pero siempre he tenido muy presente ese recurso de la narración en primera persona, para intentar capturar la consciencia del lector y procurar que el efecto de inmersión fuera más potente.



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