viernes, 18 de enero de 2019

Mi colección de cuentos favoritos (V)

Continuando con la lista de relatos que más me han influenciado a la hora de escribir, le llega hoy el turno a un autor con el que he pasado de la absoluta indiferencia (más que nada, como reacción a la afición de mucha gente por recomendarme los cómics que guionizó, a finales de los 90), a disfrutar mucho con sus novelas y admirar algunos de los increíbles universos que ha creado para ellas. Un genio que se puede rastrear con facilidad en relato del que voy a hablar.

Estudio en esmeralda, de Neil Gaiman.
Decir que soy un gran fan de Sherlock Holmes puede sonar un tanto exagerado, sobre todo si aclaro que apenas me he leído una parte de las historias escritas por Sir Arthur Conan Doyle sobre el afamado detective de Baker Street; sin embargo mi fascinación comenzó en mi más tierna juventud, gracias a la versión animada que realizó Hayao Miyazaki, y ha proseguido después con casi todas las adaptaciones al cine o la televisión que se han ido haciendo. Si excluyo la serie de los 90 dedicada a Miss Marple, no creo que haya ningún otro detective de ficción que me tuviera más horas sentado frente al televisor en esa época. De modo que, cuando me propusieron leer Sombras sobre Baker Street en mi club de lectura, me lancé a por él de inmediato (en especial, por la combinación de temática detectivesca y horror sobrenatural que prometía).


Para quien no lo conozca, Sombras sobre Baker Street es una recopilación de relatos de varios autores, en los que enfrentan a Sherlock Holmes con las criaturas pergeñadas por H. P. Lovecraft y sus acólitos para los mitos de Cthulhu. Y como la narración se plantea de manera cronológica, la obra que abre la colección es precisamente el relato de Gaiman. Estudio en Esmeralda.

¿Qué es lo que me llamó tanto la atención de este relato? La capacidad para reelaborar la mitología de Sherlock Holmes, combinándola con los universos de Lovecraft. Su historia repite casi paso por paso lo que Doyle contaba en el primer caso publicado de Sherlock Holmes (Estudio en escarlata, título con el que Gaiman juega de forma evidente, como hacen el resto de autores de la colección por otra parte), solo que las circunstancias del crimen que debe afrontar y la propia Inglaterra en la que vive se nos van revelado como muy distintas a las que nosotros conocemos. Así acabamos descubriendo poco a poco hasta qué punto ha sido infiltrado el Londres victoriano por la ominosa presencia de esos seres  indescriptibles, llegados de las profundidades de las pesadillas del "genio de Providence".

Ese juego con personajes clásicos y universos familiares para los lectores me encantó, por razones que les resultarán obvias a quienes hayan leído mi obra (los lectores de Monozuki. La chica zorro seguro que son conscientes de ello). Se trata de un recurso que me gusta poner en práctica siempre que me surge la ocasión. Y con el relato de Gaiman descubrí no solo hasta qué punto se puede llegar a entremezclar mundos, si no que encontré una referencia hacia la que dirigir mis pasos. Desde entonces, mi propósito al desarrollar cualquiera de esos mundos que he puesto sobre el papel era alcanzar el mismo nivel de calidad.

El concepto de mezclar universos literarios pertenecientes a géneros dispares no es nada infrecuente en la actualidad: tenemos ejemplos como Orgullo y prejuicio y zombies, junto a otras novelas parecidas. Pero en aquel momento me fascinó el atrevimiento de recrear una obra de manera casi literal y, a la vez, comprobar que me estaba sumergiendo en una realidad paralela a la que yo conocía. Esa intensa sensación de haber entrado por una madriguera de conejo a una versión siniestra del mundo cotidiano, tan habitual en Gaiman, es lo que me empujó a seguir leyendo y disfrutar del final del relato, sorpresivo a la par que muy coherente con el fondo de la historia. Permitiéndome conocer a un Sherlock Holmes... Distinto.

lunes, 7 de enero de 2019

Mis deseos para 2019

Comienza un nuevo año y, como mucha otra gente en éstas fechas, no puedo evitar que mi imaginación se enrede en vaticinios sobre lo que me podrían deparar los próximos 365 días. Ensoñaciones que, por supuesto, se centran en todas esas posibilidades cuya materialización me daría una gran alegría. Por eso, y aunque quienes me conocéis sabéis que tiendo a ser bastante comedido en mi optimismo y a no dejarme llevar por cuentos de la lechera, después de los progresos conseguidos en el 2018 me voy a atrever a esperar cosas nuevas y mejores.

Éste deseo hubiese estado bien para el 2019, pero habrá que esperar a otro año. 😆


SAN JORDI
Ya he visitado varios años Barcelona para disfrutar de su fiesta del libro y la rosa, materializada en el extraordinario ambientazo que se vive ese día en la ciudad. Todas y cada una de las veces me ha sorprendido la multitud que pasea arriba y abajo por las casetas que inundan las Ramblas, y cómo el que más y el que menos acaba cargado con un par de ejemplares (y no digo nada si hay niños implicados). Lo que aún no he logrado es participar como autor invitado en alguno de esos puestos, o hacerme un hueco en las sesiones de firmas en la librería Gigamesh. Así que, por soñar...

FERIA DEL LIBRO
2018 ha sido el primer año en el que no he acudido a firmar ejemplares, rompiendo con una costumbre que se había mantenido ya varios años gracias a la participación en una u otra antología de relatos. Por otra parte, hasta ahora solía ocurrir que la publicación de los libros había sido reciente y, por lo tanto, nadie había podido leerse la historia de antemano. Es por eso que me encantaría volver en el 2019, pero esta vez para poder comprobar cara a cara el efecto de la magia de Monozuki en alguno de sus lectores y comentar con ell@s sus impresiones. Creo que, después de las reuniones con clubes de lectura, puede ser una experiencia muy reconfortante.

AVILES
Hasta ahora, nunca he logrado acudir al festival Celsius. Una mancha en mi currículum literario que me encantaría poder borrar éste año, aunque sea solo para estar allí en calidad de visitante. Todo lo que he oído a otros escritores sobre el festival es genial (y no me refiero solo a la descripción de los cachopos), y  por eso tengo unas ganas enormes de poder experimentarlo en primera persona. En especial, esos encuentros tan cercanos con algunos de los autores invitados por la organización (Jon Bilbao estará allí y sería genial poder escuchar lo que tenga que contarnos, por ejemplo).

HISPACON
Dado que éste año la reunión anual de la AEFCFyT tendrá lugar en Valencia, y habida cuenta de la proliferación de eventos literarios que ha vivido la ciudad del Turia en el 2018 (incluida la creación del GolemFest), espero poder organizar mi calendario para estar allí aunque sean solo un par de días. Entre otras cosas, porque sigue siendo la mejor ocasión que tengo para reencontrarme con todos esos conocidos a los que la distancia impide que nos veamos durante el resto del año. Y como este año Monozuki podría optar a un premio Ignotus, pues igual hasta es una visita obligada... 

MAS MONOZUKI
A pesar de las buenas críticas que está cosechando la novela, su impacto se está viendo reducido a la página de Goodreads (donde mantiene una valoración muy buena, lo cual no es moco de pavo), mientras que aún no hemos conseguido llamar la atención de ninguna de las demás webs de referencia (aunque, eso sí, en el entorno del Japan Fan contamos con el inestimable apoyo de Kawaii y Frikismo). Así que podéis estar seguros de que durante el 2019 seguiremos en el empeño de descubrirle Monozuki a más lectores, pensando también en la salida de la segunda novela en algún momento de este año. Volumen con el que confío en hacer disfrutar mucho a los aficionados a la fantasía y las aventuras, además de responder a las peticiones de los lectores que querían saber más sobre Monozuki y su mundo. 

Y ADEMÁS...
Por supuesto, también querría recuperar la actividad en el blog a unos niveles parecidos a los que tuve durante años anteriores. El proceso de acabar el último manuscrito me ha absorbido en los últimos meses y esa ha sido la principal razón para que dejase de lado la redacción de artículos. Pero os puedo asegurar que ya hay unos cuantos listos en la recámara para dar los primeros pasos en 2019, y confío en poder ofreceros un ritmo de publicación aceptable hasta el verano por lo menos.  Además, para aquellos que también me seguís por Facebook, os comento que me haría ilusión recuperar esos cuentos "improvisados" que escribía inspirándome en la foto que elegíais. Y, por último, aunque no menos importante, espero encontrar tiempo para retomar mis reseñas de cine y literatura en el Athnecdotario Incoherente.

¿Qué os parece? ¿Estoy siendo muy ambicioso con mis expectativas para este año, o me he quedado corto? Comentad, comentad. Y no dejéis de leer.