martes, 19 de junio de 2018

Consejos para aspirantes a escritor (2)

Aquí estoy de nuevo, escribiendo otro artículo que pueda servir de ayuda a quienes están ahora intentando dar sus primeros pasos en el mundo editorial. En este caso, para hablar de un tema recurrente cuando se trata de autores sin experiencia previa que buscan publicar: el negocio de las empresas de co-edición. Y digo empresas de co-edición, y no editoriales, porque el hecho de que esté formato esté demonizado (y con razón) lo tienen los empresarios sin escrúpulos que han visto en una mina en los aspirantes a escritor.

Pongámonos en situación. Escribir una novela requiere tiempo. Mucho tiempo. Incluso autores tan prolíficos como Stephen King solo pueden explicar ese volumen de escritura en base al tiempo que dedican en exclusiva a escribir. A estar sentado delante del teclado. Sin hacer otra cosa que hilvanar una palabra con otra. El genio del terror suele confesar un promedio de 4-6 horas diarias aislado en su despacho para producir alrededor de seis páginas. Mi promedio, en un ambiente que a duras penas se puede llamar aislado (y no puedo prolongar tanto como él), es de unas dos páginas diarias. Lo cual significa que, ahora mismo, necesito alrededor de tres veces más días que él para escribir la misma cantidad de páginas. Eso, añadido a la imposibilidad de escribir de forma diaria, aumenta aún más la diferencia. Si consideramos una novela de unas doscientas-trescientas páginas, eso puede significar un año o más escribiendo para un autor novato que no pueda dedicarse a tiempo completo a escribir. Doce meses robando tiempo al ocio para acabar tu manuscrito. 

(Éste es el espacio ideal para escribir. El pc, sin conexión a internet, que la carga el diablo)

¿Qué mecanismo usan las empresas de co-edición para aprovecharse de los autores novatos? La falta de paciencia. Ya dije en el artículo anterior que la paciencia, a la hora de publicar, es vital. Pero mucha gente sin experiencia cree que es muy fácil y rápido publicar. Que una vez el texto llega a una editorial, hay alguien que lo recogerá y empezará a leerlo con ansiedad hasta acabárselo (y que, obviamente, le llamarán para decirle que quieren publicar). Y eso no puede estar más lejos de la realidad. Así que, cuando la respuesta de las editoriales empieza a retrasarse más y más (y a no llegar, en la mayoría de los casos), los autores noveles añaden a la falta de paciencia otras dos carencias que, a veces, van unidas: ingenuidad y/o falta de autocrítica.

La falta de autocrítica suele estar provocada por el hecho de no tener a nadie cerca que pueda darte una visión realista de cuál es tu nivel de calidad literaria. Yo lo suelo llamar el síndrome del amigo de la guitarra. Ser el escritor de un grupo de amigos puede causar tanta admiración como ser el chico que toca la guitarra en las reuniones. Un arte que a muchos les resulta imposible de aprender (yo, de hecho, admiro a cualquier persona capaz de unir dos notas de forma coherente). Pero si todo el mundo te dice que lo que haces es bueno, te puedes creer que eres mucho mejor. Y entonces, al enfrentarte a la realidad, se produce una enorme frustración. Los autores noveles con falta de paciencia y autocrítica son, a mi parecer, los que están detrás de aquellos que se lamentan en las redes sociales de que solo se publique a "unos escogidos"; los mismos que se aferran a casos como el de J.K. Rowling para afirmar que las editoriales no reconocen la calidad literaria ni teniéndola delante de las narices. La ingenuidad, por otra parte, empuja a un autor sin experiencia a tocar las puertas de cualquiera que se anuncie como editor. Y que, con la ilusión de publicar, aceptan a ciegas la primera oferta que reciben sin informarse a fondo sobre lo que están firmando.

(Sí, la rechazaron muchas veces. Pero seguro que reescribió el texto durante ese tiempo)

¿Por qué se convierte la co-edición en el negocio maldito del mundo literario? Porque se fundamenta en un modelo que solo busca sacar beneficio de las ilusiones que han empujado a esas personas a convertirse en aspirantes a escritores. A dedicar horas y horas de su tiempo a escribir. Porque su intención es aprovecharse de ell@s, con un modus operandi que suele comprender varias, o todas estas normas:
  • Respuesta fulgurante. ¿No he dicho ya que es necesario armarse de paciencia, antes de recibir el veredicto de una editorial? Pues las empresas de co-edición tardan mucho menos en responder. Y nunca dicen que no, porque...
  • Su negocio es imprimir libros. Ese es el único y exclusivo fin de la "editorial". El contrato que se firma con ellos gira en torno a cuántos ejemplares quiere el autor que se impriman, y el coste de los demás "servicios editoriales" que deseas contratar (corrector, ilustrador, etc...), alcanzando importes que rondan con facilidad los mil euros (y que, con facilidad, cubren de sobra los gastos de impresión). Dinero que se ha de pagar para tener el libro en las manos, y que supone mucho más de lo que un autor novel alcanza a cobrar si logra firmar un contrato editorial tradicional. Lo cual viene a decir que, para ganar el mismo dinero, el autor co-editado debería vender el doble de ejemplares, grosso-modo.
  • El autor hace todo el trabajo. Promoción, presentaciones, publicidad... recaen en el autor. No importa qué promesas de "distribución en todas las grandes superficies" aparezcan en su web, lo normal es que no veas allí tu libro nunca. Y la anécdota habitual sobre las presentaciones habla de que al autor se le obliga a pagar X ejemplares y, si no los vende todos en el evento, se los debe quedar. Ojo: después de pagar por imprimirlos, pagas de nuevo por esos ejemplares. Más costes que solo va a asumir el autor, y que suponen un ingreso directo para la editorial sin haber vendido aún ningún ejemplar. Su interés se reduce a imprimir libros, recordemos.
  • Negocios fantasma. En el peor de los casos, la ilusión que empujó a la persona a aceptar la co-edición le arrastran a una pesadilla. Hay múltiples historias en internet que hablan de impagos a autores, editoriales que echan el cierre de un día para otro sin previo aviso (y sin pagar sus deudas a los autores)... Hasta casos en los que, después de haber rescindido el contrato con ellos, se descubre que la editorial sigue exprimiendo tu obra poniendo a la venta los ejemplares que se quedó.
Al final, este tipo de empresas no consiguen más que matar la ilusión de quién se ha pasado meses componiendo una historia para compartirla con el mundo. Aspirantes a escritor a los que esta clase de experiencias puede quitarles las ganas de seguir escribiendo, cuando (muchas veces) lo único que les hace falta es el consejo de alguien que tenga más experiencia. Y aunque ese consejo, casi siempre, será un "debes mejorar antes de poder publicar", al menos se evitarían un montón de disgustos.

¿Mi consejo de hoy? Humildad. Las noticias hacen que los éxitos de best-sellers despreciados por grandes sellos parezcan la norma, cuando en realidad son la excepción. Y si has tenido paciencia para esperar una respuesta editorial que no te llega, puede ser el momento de pedir una opinión crítica sobre tu obra. Igual solo necesitas trabajarla un poco más.

martes, 12 de junio de 2018

Mi colección de cuentos favoritos (II)

Hoy, continuando con la lista de relatos que más me han influenciado como escritor, os traigo un clásico del género de terror en el amplio sentido de la palabra. Al fin y al cabo, hablar de H.P. Lovecraft es hacerlo del creador del "horror cósmico".

Mi contacto con el genio de Providence se debió la influencia de terceros, ya que durante mucho tiempo evité la lectura de historias de terror. Hasta que entré en el mundillo de los juegos de rol y uno de mis amigos comenzó a plantear partidas con el reglamento de La llamada de Cthulhu. Aquellas aventuras me familiarizaron con el tipo de historias sobrenaturales que había escrito Lovecraft a principios del siglo XX; y fue estando de veraneo en la playa, sin ningún libro con el que entretener las tardes de estío, cuando me topé con una recopilación de relatos suyos en un kiosco de prensa. Así que me decidí a leerlo. Y resultó que los antologistas habían elegido como punto final al libro El extraño.

(Lovecraft dibujado por Mike Mignola)

De no haber contado con ese relato, sé que la impresión final hubiese sido mucho menos intensa. Para mi, aquella historia fue toda una revelación. En parte, porque jugaba con la temática de las casas encantadas, que es uno de mis temores personales; pero sobre todo porque Lovecraft lo desarrolló en un tono de narración "mundano", en comparación con lo que se consideraría un relato típico de su obra. Nada de fuerzas oscuras actuando abiertamente, monstruos de pesadilla lisérgica o viejas maldiciones acechando en las sombras. La sensación de angustia se produce al conseguir que el lector empatice con el protagonista, por medio de un terror tan "natural" como es el de sentirse vigilado por un intruso. Y párrafo tras párrafo lo pasas sintiendo esa terrible sospecha, preguntándote si ese ruido que escucha o esa sombra que ha entrevisto será el preludio al ataque del villano.

El elemento determinante para que lograse impactarme y esté ahora hablando de este relato fue el giro argumental que Lovecraft se reservó para el último párrafo de su historia. Una revelación que me dejó impactado, y que no volví a experimentar hasta que años después me sumergí en la lectura de Soy Leyenda de Richard Matheson. El extraño me enseñó la poderosa capacidad de inmersión del narrador en primera persona. Cómo esa perspectiva no solo te coloca tras los ojos de un individuo, si no que puede lograr que acabes dentro de su piel; sintiendo sus miedos y sus alegrías. Aunque resulte que sea un monstruo.

Desde entonces, cuando he practicado el género del terror no he podido resistirme a usar seres sobrenaturales y seres dormidos durante eónes. Pero siempre he tenido muy presente ese recurso de la narración en primera persona, para intentar capturar la consciencia del lector y procurar que el efecto de inmersión fuera más potente.



jueves, 7 de junio de 2018

Un anuncio para atar a todos los sorteos...


Quizás ya lo sepáis. Quizás ya hayáis decidido participar. Quizás, hasta tengáis ya un hueco hecho en la estantería para el día en que el mensajero os entregue vuestro ejemplar. Quizás.

Pero igual, a pesar de que lo he anunciado por todas mis redes sociales, tú andabas despistad@ aquel día y no te enteraste. 


¡¡Carmot Press sortea ejemplares de Monozuki, la chica zorro!!

Y como aún quedan 10 días para que se sepa quiénes serán los afortunados ganadores... todavía estáis a tiempo de participar. Así que coged papel y lápiz (o sacarle una foto a este post), para que no se os olviden algunas cosas que conviene tener en cuenta:

  • No hay un único sorteo. Carmot Press sortea de forma independiente varios ejemplares, a través de sus cuentas en redes sociales. Podéis encontrar la publicación con las normas de cada uno en los siguientes enlaces a Facebook, Twitter, e Instagram.
  • ¡Puedes participar tantas veces como quieras! Pero recuerda mencionar siempre a personas distintas y contar el porqué. Si tenéis varios conocidos a los que penséis que les podría gustar el libro, no os lo penséis y hacerles partícipes del sorteo.
Ahora ya no tenéis excusa para decir que no sabíais que se podía ganar un ejemplar, o que se traspapeló el mensaje. La oportunidad de conseguir el libro dedicado está ahí. Y de paso quisiera aprovechar para dar de nuevo las gracias por las palabras de ánimo de un buen amigo, que me ha ayudado mucho a creer en la calidad que atesora Monozuki (con prueba gráfica). 





martes, 5 de junio de 2018

Consejos para aspirantes a escritor

Hace ya más de diez años, cuando mi primera novela comenzó a transitar por el camino que le llevaría a ser publicada, escribí una serie de artículos breves con el propósito de compartir mi experiencia de escritor novel con todos aquellos que aún estuvieran luchando por dar sus primeros pasos en el mundo editorial. Desde entonces, yo he aprendido muchas cosas más y el mundillo ha evolucionado: la autoedición ha crecido hasta dejar de ser algo marginal, las tiradas de libros en papel han menguado a números más modestos, los ebooks siguen ahí sin necesidad de exterminar a la edición tradicional... Así que, aprovechando el lanzamiento de Monozuki, he pensado que estaría bien recuperar aquellas notas y comparar mis sentimientos de entonces con los de ahora.

Aunque el consejo más repetido para todo aspirante a escritor es que debe ser constante con el hábito de escribir día tras día (el de leer se da por supuesto), como éstos artículos estarían más centrados en quienes buscan publicar su manuscrito mi recomendación inicial sería que se armen de paciencia. Para quien no haya pasado nunca por la experiencia de esperar a recibir respuesta de una editorial, le diré que (hace una década) yo lo comparé con el castigo a Prometeo... y que aún lo pienso.

(Rubens fue tan gráfico como muchos otros. Para saber en qué consistía el castigo, aquí lo explican)

Vayamos por pasos. Después de meses sentad@ frente al teclado, al fin has acabado tu novela/ colección de relatos/ poemario... y estás decidido a publicarlo. En primer lugar, habrás dedicado tiempo a rastrear en qué sellos editoriales podría encajar tu obra. Y ¡ojo!, que aquí ya hay que andarse con sutilezas. Si fueras a ofrecer una novela de zombies (el género que nunca muere), no le enviarías el manuscrito a la Editorial Perez, si no que lo harías a su sello dedicado al terror: Fantasmal Perez. Y eso, después de comprobar que están abiertos a recibir manuscritos y seguir cualquier indicación que te hagan al respecto en su página web.

Perdón... ¿he dicho que les enviarías el manuscrito? Pues no. Antes de eso, lo habitual es que le hagas una Propuesta Editorial, que básicamente consiste en un correo para contarles quién eres, qué has publicado con anterioridad, qué clase de obra les estás ofreciendo, cuál sería su público objetivo, etc... (evitando tirarte faroles del estilo "éste libro va a ser el próximo Harry Potter / Crepúsculo / Cincuenta sombras) con una sinopsis general y, a veces, dos o tres capítulos. Como digo, cada editorial impone sus propias condiciones a la hora de recibir obras para estudiar.

(explicación gráfica de la reacción al abrir el correo, el tercer mes de espera, y seguir sin recibir respuesta de la editorial)

Una vez cumplidos estos pasos intermedios, la obra queda en manos de los lectores profesionales. Y la prueba de resistencia de nuestra paciencia acaba de dar comienzo. Los días y las semanas se van desgranando hasta convertirse en meses, y lo que al principio nos parecía un tiempo prudencial para que se llevase a cabo la lectura y algún responsable diera el visto bueno a la publicación se nos acaba antojando como una tortura orquestada a la perfección para sacarnos de nuestras casillas. En mi experiencia, debo decir que muy pocas editoriales me han llegado a comunicar el acuse de recibo del manuscrito, y que la valoración del mismo tampoco se envía en todos los casos (lo que hace imposible saber si ha sido desechada, o continúa en una pila de obras por leer). Y de ello tenemos parte de culpa los autores, porque de un tiempo a esta parte es sabido que se reciben cientos (por no decir miles) de obras para valorar, lo que satura a aquellos que deben efectuar el filtro. Todos estos factores, como es comprensible, colaboran a crear una sensación de frustración generalizada entre los aspirantes a publicar. Y eso es lo que hace que me sienta aún más agradecido por ese correo de Grupo Ajec, que apareció un día de 2008 en mi bandeja de entrada ¡para decirme que me querían publicar!

¿Algún remedio o consejo? Pues más paciencia. O una alternativa profesional: buscar un agente literario que esté dispuesto a representarnos. En mi caso, la experiencia en éste campo fue agridulce porque no conseguimos que ninguna editorial aceptase el proyecto que me traía entre manos; pero, a cambio, tenía información puntual sobre quién estaba valorando la obra, y sabía al momento si tal o cual sello había decidido descartarla. Lo cual, en niveles de tranquilidad y sosiego (aún recibiendo malas noticias), es un plus enorme. Sin embargo, deberéis tener en cuenta que las agencias literarias también tienden a moverse por géneros específicos y que algunos agentes pueden deciros que no porque las obras que vosotros les traéis no se publican en las editoriales con las que trabajan. No es que se cierren en banda si la obra les parece buena, pero igual que con los sellos editoriales es bueno que indaguéis qué perfil de autor es al que están representando.

Y de momento ésto me parece bastante. Nuevos consejos para novatos, en algún momento del futuro. Un abrazo para todos y todas.