martes, 6 de agosto de 2019

La Nube, de Gudrun Pausewang

En 1988, el premio a mejor novela juvenil de Alemania fue a parar a La Nube de Gudrun Pausewang. Una obra que ficcionaba un accidente nuclear en el corazón de la entonces República Federal de Alemania, y que se alimentaba de un elemento que flotaba sobre la población de todo el mundo en aquella época: el miedo al peligro nuclear. Lo cual le otorga su valor principal, como testimonio de ese momento en la historia, incluso para lectores que ya hayan pasado la adolescencia. De hecho, por su temática y la forma de abordarla, creo que se debe situar en la categoría de novela juvenil "de transición". puesto que se aleja por completo de esas lecturas optimistas y livianas en las que el protagonista sale airoso en medio de una situación de riesgo. Empujando al lector hacia la madurez de un empellón. 

Como ya he dicho, la novela es un testimonio del miedo a un desastre nuclear mundial. Y justo en los 80 se produjeron algunas de las obras más representativas a ese respecto: El día después (1983), fue un telefilme estrenado luego en cines que representaba las consecuencias de un ataque nuclear sobre territorio norteamericano. Ese mismo año también llegaba a las pantallas Juegos de Guerra, para hablar del peligro de que las máquinas tuvieran el control de los arsenales de las grandes potencias. En 1985 se cumplieron 40 años del bombardeo sobre Hiroshima y Nagasaki, lo cual recordó a todo el mundo los efectos que habían tenido sobre la población. Y en 1986, cuando la tensión entre USA y URRS parecía empezar a relajarse con las promesas de tratados para el desarme, se produjo el accidente de Chernobil. El miedo a las armas se relajaba, pero crecía de forma exponencial la sospecha de que la energía nuclear "limpia y segura" no lo era tanto. El mismo año en que se producía Cuando el viento sopla, una de las obras de animación más impactantes al respecto de lo desinformada que estaba la población respecto a un conflicto nuclear total.


La Nube plantea de forma bastante verosímil cuál sería la reacción de la población civil de un país europeo, si se diese el caso de un escape radioactivo que obligar a evacuar la zona (la central nuclear de Grafenrheinfeld existía de hecho, y en la actualidad se puede usar Google Maps para repasar el itinerario de la protagonista o comprobar la extensión de la zona afectada). La primera mitad de la novela gira en torno a esa premisa, y vemos a través de los ojos de su protagonista (Janna Berta) la rapidez con que se degrada el comportamiento cívico cuando la supervivencia está en juego: mientras ella huye en bicicleta con su hermano Uli, de 7 años, los adultos compiten en una carretera atascada por acercarse a la salvación, cueste lo que cueste (apartando coches averiados, robando los de otros, embistiendo contra los demás...), convirtiendo al pequeño Uli en la primera de muchas víctimas en torno a Janna.


La huída de la adolescente culmina después de ser alcanzada por la nube de radiactividad, yendo a parar a un hospital improvisado en el cual podemos percibir la decadencia del país, expresada en dos vertientes: la económica y política, al no poder afrontar las consecuencias de un desastre nuclear a gran escala, y la física de sus propios ciudadanos, enfermos en masa por la radioactividad. Así, asistiremos al terrible trauma de Janna, sola e ignorante del destino del resto de su familia, sobreviviendo en una sala llena de niños a los que ve empeorar día tras día. Y, al tiempo, captamos la furia de los ciudadanos a través de los comentarios de los adultos que la rodean. Dibujando un panorama de una Alemania dividida entre quienes resultaron indemnes y una muchedumbre de refugiados en su propio país, enfermos y sin opciones para escapar a su situación (que, probablemente, son un eco de la experiencia de la propia autora tras la Segunda Guerra Mundial).

La parte final de La Nube fabula en torno a la reacción de la población y los países de alrededor, una vez controlado el accidente: el miedo a un nuevo fallo en otra central nuclear, la brecha entre los enfermos por la radiación y la población sana... Con un espíritu algo más positivo, en el que Janna se convierte en un ejemplo de fortaleza ante la adversidad.

Quizás en la actualidad su lectura no evoque en los lectores los temores palpables para los adolescentes de finales de los 80. El desastre de Fukushima, aunque reciente en el tiempo, resulta mucho más lejano que las noticias diarias sobre una nube radioactiva que vagaba por los cielos de Europa y cuyos efectos nadie era capaz de predecir. Pero aún así sigue siendo un buen libro para caminar hacia la madurez. Y, si os interesa saber algo más sobre la novela, podéis escuchar mis comentarios en El Podcast surge de la tumba