Siguiendo con la idea de una antología personal que recogiera los relatos que puedo considerar más influyentes en mi estilo, hoy es el turno de un autor que me impactó muchísimo con una sola historia y al que luego no creo haber vuelto a leer jamás (o quizás sí; pero si me encontré con algún otro relato suyo, ya no me causó la misma impresión). Una circunstancia que solo se da en dos de las obras que componen la selección, ya que la mayoría corresponden a escritores a los que he leído con cierta profusión, ya fuera en relatos o novelas.
Ventana, de Bob Leman.
A pesar de que pretendía ir comentando los relatos atendiendo a un orden más o menos cronológico, la memoria no siempre puede afinar después de tanto tiempo transcurrido. Digo esto porque, a pesar de lo que conté respecto de El intruso, puede que Ventana fuera una incursión anterior en la literatura de terror con reminiscencias al Horror cósmico. Lo que tengo claro es que lo leí durante la adolescencia, porque al pensar en él la imagen que me llega es la de estar en la biblioteca de mi instituto.
¿Qué fue lo que me llamó la atención de ésta historia? El concepto de los universos paralelos; una idea que por aquel entonces me era totalmente ajena (la aproximación más parecida estaría en la serie de televisión Dragones y Mazmorras, y la forma de enfocarlo no tiene suficientes semejanzas). El relato cuenta cómo un grupo de científicos son enviados por el gobierno a un lugar inhóspito de los USA, donde les revelan la razón por la que han sido reclutados: alguien ha descubierto allí un portal dimensional que permanece activo (un arranque de historia que hemos visto ejecutar en innumerables películas de ciencia-ficción y terror).
La trama se sitúa en un momento un tanto atemporal de mediados del siglo XX, en algún lugar de la zona rural de los Estados Unidos, y sus primeras páginas se desarrollan con el asombro científico como tema principal. Desde cuestionarse las causas físicas que han hecho posible semejante fenómeno, hasta explicar el por qué de una cuarentena o cómo se va a realizar el estudio del portal. Si hubiera que ubicarlo en un género, sería la ci-fi "light", ya que sus elucubraciones científicas no se atreven a ahondar en el campo de la verdadera especulación. Y sobre todo porque es al final cuando descubrimos, con un vuelco hacia el terror sorprendente, que lo anterior era una excusa muy bien elaborada para ponernos en situación. Y para lograr que mi yo adolescente de aquella época le diera vueltas y más vueltas a esa lectura durante mucho tiempo.
La genialidad de Leman (que fue nominado al premio Nébula de 1981 por ésta historia, y tuvo una adaptación para la televisión unos años después) consistió en mantener durante todo el relato la impresión de que aquel era el mundo normal. Una historia de ciencia ficción, en la que lo único extraño era la presencia del portal. Incluso el mundo que los científicos atisban a través de esa ventana cuántica es idéntico, en apariencia, al que nosotros conocemos. Solo que, de hecho, lo que se les ofrece a la vista es un paisaje idílico. Y eso refuerza el instinto natural de los científicos (y de cualquiera que se encontrase en ésta situación, supongo) de obedecer a ese impulso de la curiosidad que nos lleva a querer saber más. Yo, desde luego, debí de pasarme la mayor parte de mi lectura deseando que alguien cruzase el portal para que me explicase qué había más allá, y luego descubrí que las cosas nunca son como parecen.
A pesar del susto final, con Ventana me introduje en un tema que me sigue fascinando como lector y escritor. Las realidades paralelas me han llevado a Neverwhere, a Matrix, a Dark City, a Stardust, al Viaje de Chihiro, al Castillo ambulante, la Tierra larga, y a muchas obras más. Y, de una forma más o menos consciente, es un elemento que añado a mis historias siempre que puedo. Incluso, pensando en ello, supongo que las ucronías tienen un poco de viaje a dimensiones paralelas. Puede que sea por eso que me gustan...
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