lunes, 14 de mayo de 2018

Presentando a Monozuki (I)

Como lo clásico es empezar por el principio, creo que será bueno explicar de dónde viene mi próxima novela. Y el hecho es que surgió de un cuento corto. Un relato muy corto. En aquella época la magia ya se ocultaba entre sus páginas, pero aún no ocurría en una ambientación de pura fantasía. Permitiéndome un exceso de vanidad, diré que podía compararse con algún relato infantil de Neil Gaiman.

Sin embargo, a mediados de 2015 se presentaron las bases de una antología de relatos que me hizo mucha ilusión y, al buscar inspiración, me tropecé con mi cuento corto y pensé "aquí tengo lo que necesito". Su ambientación pasó a ser la de un supuesto Japón feudal, la extensión se alargó a varios miles de palabras (aprovechando que el concurso tenía un límite flexible, me aproximé mucho al tope máximo), y su protagonista pasó a llamarse Monozuki. Y la suerte quiso que, al final, no acabase seleccionado entre los relatos ganadores.

¿Por qué digo que fue una suerte? Porque así una de las personas que componían el jurado, mi amiga Giny Valrís, me pudo dar el siguiente consejo:

"Monozuki cuenta una historia tan grande, que debería ser una novela."

La verdad es que, al principio, pensé que no sería capaz de conseguirlo. Suelo (solía) creer que lo que quiero contar, si cabe en un relato, es porque no necesita más extensión. Pero al explorar las opciones para extender la historia caí en la cuenta de que tenía un universo muy grande al que Monozuki apenas se había asomado. Y entonces comenzó su verdadera primera aventura.


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