viernes, 29 de noviembre de 2013

"Conan el Cimmerio", de Robert E. Howard (Vol.6 de Timun Mas)

En una de esas incoherencias que a veces se dan dentro de las filias y fobias de las personas, debo reconocer que, a pesar de mi afición a la fantasía y la épica, mi aproximación al personaje de Conan se había limitado hasta ahora a la película clásica de John Milius, mi admiración por las ilustraciones que le dedicó Frank Frazetta y la lectura de algunos cómics. De hecho, la elección de este tomo en concreto se debe a la inclusión del relato Clavos Rojos ya que, desde que leí la adaptación dibujada por Barry Windsor-Smith, me había picado la curiosidad sobre cómo sería la versión original.

Aunque sus aventuras sigan condenadas al ostracismo de las estanterías dedicadas a la literatura "pulp", junto a otras obras de espada y brujería, me atrevo a decir que se equivocan quienes desprecian al bárbaro de la Era Hiboria. Leer a Robert E. Howard  supone viajar al pasado; a las raíces sobre las que luego ha crecido la fantasía épica actual. En concreto, nos traslada a un momento en que las ramas de la fantasía seguían aún entrelazadas de tal manera que los límites entre géneros apenas podían discernirse. Y sólo por eso, por comprobar cuánto le deben muchos autores y personajes a las aventuras del cimmerio, merece la pena leerlo. Además, había leído varias veces sobre la amistad de Howard y Lovecraft, y cómo esto provocó el que ambos influenciasen el estilo del otro. Así que, como cualquier aficionado al genio de Providence, me interesaba comprobar si podía ver pinceladas de su prosa entre las páginas de Conan. Y así ha sido. Los elementos mágicos (sobre todo en Más allá del Río Negro) aparecen retratados con un vocabulario similar al que Lovecraft utilizó para describir sus criaturas y lugares malditos ("Muy pronto, tu fantasma conversará con los demás fantasmas del País Oscuro y ellos te hablarán de los antiguos dioses que no están muertos, sino dormidos en los abismos exteriores, y que de vez en cuando despiertan.") Este tipo de lenguaje, por el que siento una gran afinidad, es el que da sabor a la literatura de Howard. Como ya he dicho, ejemplifica el momento en que cada género de la ficción comenzaba a desarrollar sus rasgos propios. Y ese origen común se percibe de inmediato cada vez que el lector posa la vista en formas de expresión o estructuras narrativas que ahora están encasilladas en la fantasía épica o el terror sobrenatural.


Este tomo recoge sólo dos relatos de Conan: Más allá del Río Negro y Clavos Rojos. Pero ambos se cuentan entre los más relevantes de las historias del bárbaro, por su desarrollo narrativo (el primero) y por ser la última aventura escrita por Howard (el segundo). Eso sí, a modo de extra incluye un borrador de Clavos Rojos y notas sobre la biografía y el proceso creativo del autor.

Más allá del Río Negro constituye una obra atípica dentro de las obras dedicadas a Conan, por varios motivos. El primero, porque el punto de vista de la narración es el de un personaje que se encuentra con el bárbaro y le acompaña durante la aventura; de modo que la historia se nos va presentando a través de sus ojos, compartiendo con él la experiencia de ser testigo de las hazañas del cimmerio. Por otra parte, gracias a las notas del propio Howard, sabemos que el relato era una forma de llevar el personaje de Conan a América. O, más bien, de utilizar los primitivos Estados Unidos como argumento y ambientación para el relato, cambiando sus habituales decorados exóticos por la versión más agreste de los bosques. De esta manera, resulta que la historia de un asentamiento de colonos hiborios amenazado por los pictos es, en realidad, la de cualquier poblado en el territorio de los nativos americanos. Un western, por así decirlo, de héroes fronterizos en el que Howard desarrolla la mejor de sus narraciones sobre la lucha entre el hombre civilizado y la naturaleza.

Sin embargo, nunca se debe olvidar la admiración de Howard por lo primitivo. En un conflicto así, los colonos son sólo unos individuos obligados por pura supervivencia a recuperar su parte más salvaje; a diferencia de los pictos que, con toda su brutalidad, no han perdido el sustrato de pureza que les une a la tierra. Y justo en medio se ubica Conan, como el bárbaro al que la civilización no puede corromper. A lo largo de la historia se incide numerosamente sobre ese hecho, que constituye uno de los fundamentos principales del personaje: la capacidad para mantenerse fiel a su mundo primitivo, inasequible a la decadencia moral y espiritual que conlleva aceptar la civilización. Por la misma razón se erige en prototipo del héroe forajido, ya que las leyes escritas por los hombres no significan nada para él. Y aún más... cuando las cenizas de la catástrofe se asientan, sólo él permanece inalterable. Sólo Conan sigue en pie, porque en él encarna Howard la capacidad de lo primitivo y lo salvaje para imponerse en última instancia a las sociedades humanas.

(portada de la Revista Weird Tales (Julio 1936), dedicada a Clavos Rojos)

Clavos Rojos, quizás porque Howard ya estaba planteándose abandonar al personaje cuando lo escribió, es el relato que lleva hasta los últimos extremos todos los conceptos que fundamentan a Conan y su universo. El cimmerio se sumerge aquí en la expresión final de la degradación que Howard le auguraba a cualquier sociedad organizada. Un telón negro contra el que contrasta aún más el espíritu independiente de Conan. Y, de nuevo por medio de las cartas de Howard, sabemos que la olvidada ciudad de Xuchotl no es sino una recreación exagerada de Lincoln, una ciudad de Nuevo México. Un lugar en el que el autor contempló la misma clase de odio enconado que luego iba a reflejar en el relato.

Un detalle curioso tiene que ver con la compañera de Conan en esta aventura: Valeria. Dado que también aparecía en la película de 1982, uno podría pensar que se trata de la "novia oficial" del bárbaro. Nada más lejos de la realidad, pues sus apariciones se reducen a esta historia; aunque, eso sí, es un personaje femenino capaz de colocarse a la par de Conan, en contraposición a los ejemplos débiles y/o sumisos que poblaban más habitualmente su universo. Y, desde luego, es de los pocos individuos a los que Conan llega a tratar casi de igual a igual.

En cuanto a la sinopsis de Clavos Rojos, es la siguiente: tras perseguir a Valeria desde un campamento de mercenarios (dejando así clara su atracción por ella), ambos se ven obligados a buscar refugio en una extraña ciudadela de la que ninguno tenía noticias. En su interior, repleto de riquezas, descubren a dos clanes que viven encerrados y enfrentados por una vieja disputa que sólo puede saldarse con sangre. Y cuando la pareja de aventureros demuestra sus increíbles habilidades en combate, el bando de los Tecuhltli les ofrece un gran botín a cambio de su ayuda. Una oportunidad de enriquecerse que oculta intereses más oscuros y perversos por parte de sus anfitriones: el príncipe Olmec y la misteriosa Tascela.

(Conan, según Barry Windsor-Smith)

Este planteamiento le sirvió a Howard de base para presentar una sociedad agonizante y embarcada en su propia autodestrucción. Él mismo se lo explicó a Lovecraft en una carta como una exploración hacia la consecuencias reales de la decadencia de una civilización. De hecho, convierte la ciudad de Xuchotl en una jaula artificial de la que ninguno de sus habitantes quiere escapar. Y aún así, todos y cada uno de ellos está tan cerca de caer en la pura barbarie que hasta a Conan le resulta sorprendente; pues la única motivación de los tecuhltli son esos clavos rojos que representan la realización de sus ansias de venganza, y sólo en la parte final se entremezcla el argumento con una historia de tintes sobrenaturales cuando Tascela se revela como un ser de cualidades vampíricas Pero, para entonces, la misteriosa ciudad ha acabado de engullir a sus últimos moradores y podemos imaginarla como unas ruinas vacías al antojo de la naturaleza cuando Conan y Valeria se marchan de allí.

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