viernes, 22 de julio de 2011

Bibliotecas, Colecciones, Galos y Mutantes


Recientemente, he comenzado a reagrupar la colección de cómics que tenía dispersa entre mi casa y una habitación en casa de mis padres. Aproximadamente llevaba 8 años (más, si no me equivoco) sin reunir todos esos cómics, y con mi enésimo intento por organizar y colocar todo el material de lectura ha llegado este momento. Y mientras me dedicaba a guardar mis Patrulla-X en cajas, para protegerlas del paso del tiempo, se me ha ocurrido la idea de este artículo.

Porque, en realidad, mi afición al cómic de superhéroes empezó bastante tarde. Y lo hizo para eclipsar por completo mi gusto por el cómic europeo. Lo cual, sin ser malo, pensándolo desde mi punto de vista actual parece un contrasentido.

Me explico. Desde los ¿7? ¿8 años? se puede decir que no había tarde que no la pasara en la biblioteca pública del barrio. De 5 a 8 mi culo no se movía de un banco y el mundo se paraba más allá de las páginas del libro que estuviera leyendo. O del cómic. Y en las bibliotecas populares, la selección era de lo más variada en la sección infantil: Asterix, Mortadelo, Blueberry, Valerian, Eric Castel, Tintín, Lucky Luke, El Principe Valiente... Cada vez que aparecía un álbum nuevo, se producía un terremoto. Todos (y quiero decir todos) nos volvíamos locos por ser los primeros en leerlo, o por lo menos por capturarlo en alguna de las devoluciones.

Mentiría si no dijera que me leí todos esos tebeos. Y los disfruté muchísimo. Blueberry y Valerian me fascinaron (aún recuerdo la escena de "Angel Face" en que el teniente acaba con la belleza del francotirador, o esos mundos y criaturas extrañísimos del agente espacio-temporal). Los dibujos de Harold Foster me siguen pareciendo obras de arte. Me reí a carcajadas con Mortadelo, con las palizas a los romanos, con las locuras de la 13 Rúe del Percebe...

Y sin embargo, eso cambió. Si no me equivoco, coincidiendo con el paso de la Biblioteca Infantil a la Biblioteca Adulta (en torno a los 14 años, creo recordar), cuando te hacían ir a la sala "de los mayores". Y perdías el contacto con los tebeos. Ahora la cosa ha cambiado y los cómics han dejado de ser una lectura "sólo para niños" (de hecho, interpreté algo parecido al papel de asesor en la primera gran selección de cómics "adultos" para la Biblioteca Central de Madrid). Pero entonces, el funcionamiento era diferente. Así que pasé a poder elegir entre miles de novelas de aventuras que hasta entonces me estaban vedadas.

Aproximadamente en las mismas fechas, apareció por mi casa un juego llamado "Los Superhéroes". Una oca de MB (creo), que utilizaba cartas impresas con imágenes de los héroes y villanos de Marvel para decidir los resultados. Evidentemente, a Spiderman, Hulk y los 4 Fantásticos los conocía por las viejas series de televisión. Pero allí había cerca de 50 personajes, de los que no sabía nada excepto el nombre que acompañaba a la ilustración. Y entonces ocurrió...

En una visita al kiosco me topé con la portada del X-Men USA 141 (nº4 de la Patrulla-X en la edición de fórum). Un tipo mal encarado se enfrentaba a un enemigo desconocido, que le estaba iluminando con el típico foco de luz de prisiones. Pero lo importante estaba detrás. Un tapiz de imágenes de otros héroes, con ominosas notas cubriendo cada retrato: Prisionero y Ejecutado. Y aquellos nombres los conocía del juego: Angel, Bestia, Hombre de Hielo, Cíclope, Coloso...


Así que me empezó a corroer la curiosidad. Aquel tebeo costaba 100 pesetas (una cantidad respetable para mí en esa época), pero yo quería saber. Quizá leyéndolo podría descubrir quienes eran esos héroes (que, en un alarde de viveza mental, imaginé formaban parte de un mismo grupo). Así que me volví a mi casa, cogí el dinero y me compré el cómic. Y caí en el vicio. De hecho, llegué a llevarme conmigo la colección cuando me iba de vacaciones (cuando aún no sumaban entre todos muchos más de una docena de números).

Existe un artículo que explica cuál era la razón del éxito de los X-Men en la época de Claremont. Básicamente venía a decir que era muy fácil para un adolescente identificarse con un mutante, porque también estaba sufriendo cambios físicos y mentales y era la época en la que uno empieza a cuestionarse las cosas y a poner todo en duda. Ese sentirse "incomprendido" era el nexo de unión entre los personajes de la Escuela Xavier y sus lectores. Probablemente en mi caso se dio la misma asimilación de conceptos, aunque lo que más me ha atraído siempre de ese universo es la idea de que pudiera hacerse verdad. Poder ver a algunos de esos personajes que admiraba, cara a cara. También es cierto que coincidí en el tiempo, más o menos, con el declive de revistas como Zona 84, Creepy, Totem, y otras que se encargaban de surtir a los lectores con las entregas mensuales de obras europeas. Así que lo que podría haberme mantenido enlazado con mis anteriores obras de referencia se desvaneció, lamentablemente.

Mi recuento actual de cómics debe rondar los 500-600 ejemplares. Más de dos tercios son de los X-Men o colecciones "hermanas". Y desde que dejé de comprar las series, mi afición se ha centrado en recopilatorios o tapa dura (Watchmen, V de Vendetta, Fábulas, Hellboy...) Lo cual, llegando al final de esta disquisición, me supone un cierre del círculo. Apenas tengo una docena de álbumes de cómic europeo en mi colección, pero he vuelto a apreciar esas historias autoconclusivas, con una trama interesante y unos personajes atrayentes. Quizá algún día llegue a purgar mi pecado y coloque las aventuras de Valerian o Blueberry en mis estanterías, pero mientras tanto voy plasmando en lo que escribo las ideas que me dejaron e intento recrear las emociones que sentía al leerlos.

Así que no os extrañe cuando cojáis uno de mis cuentos o mis novelas y os parezca ver a uno de esos personajes mezclados entre la historia. Acertaréis de pleno si pensáis que estoy homenajeando a alguno de mis héroes de la infancia.

2 comentarios:

  1. Yo nunca tuve muchos comics, pero sí tenía una panda pequeñita a la que adoraba. Guardo muy buenos recuerdos. Aunque me encantaban los superhéroes y mutantes, mi favorito siempre ha sido Conan. Me pueden las aventuras en tierras fantásticas :-D
    Besotes hiperbóreos.

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  2. Yo nunca he sido muy de Conan (aunque la peli está entre mis favoritas), pero como Barry Windsor Smith es uno de mis dibujantes favoritos sí tengo algunos álbumes (Clavos Rojos, im-pres-cin-di-ble).

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