jueves, 10 de diciembre de 2020

PEQUEÑO TALLER LITERARIO (I) En torno a los personajes.

Ya hace un tiempo, el Podcast Milanosfera me invitó a participar en el programa para hablar sobre las técnicas de escritura literaria que podrían aprovecharse en el diseño de una aventura de rol, y en concreto cuál era mi proceso para crear personajes. Después de aquello estuve pensando sobre el resto de aspectos a tener en cuenta si quieres escribir una historia de aventuras y, por fin, me he decidido a compartir esas ideas con vosotres. Así pues, quiero comenzar este modesto taller literario con algunas notas sobre uno de los elementos principales de cualquier historia: vuestros personajes.

Una de las aspiraciones principales de quien escribe por primera vez una novela, es lograr que los personajes de su libro sean tan atractivos como los de sus autores favoritos. Que enamoren al lector, y le hagan envidiar las aventuras que le suceden a lo largo de la historia. Y lo primero que se debe considerar es que la creación de los personajes, incluso la de tus protagonistas, es algo progresivo. Estoy seguro de no equivocarme si afirmo que ningún autor conoce al dedillo a sus protagonistas cuando comienza a redactar la escaleta de la novela. Desde la primera imagen que nos formamos de ellos, hasta la que se presenta de forma definitiva en el libro publicado, es normal que se produzcan una serie de ajustes (más o menos radicales) para que personaje e historia encajen a la perfección.


Tu boceto será mental (aunque usar imágenes de apoyo 
es un buen sistema), pero esta es la idea...

Cuando alguien se plantea escribir una novela, es normal que tenga una idea más o menos clara de ciertas características de los protagonistas de su historia: si es un adolescente o una persona adulta, chico o chica, cuál es su profesión, y alguno de los detalles que van a determinar su rol en la historia (la heroína, el maestro/tutor, la compañera de aventuras, el rival…); pero mi consejo es que, en la fase inicial de escritura de la novela, no te obsesiones intentando rellenar una ficha exhaustiva de cada uno de tus personajes. Limítate a ese boceto mental que te ha surgido. La edad exacta, sus características físicas concretas, o incluso su nombre, no tienen por qué quedar fijadas en este momento.

Mi consejo es que esperes a ampliar datos de tus personajes a un poco más adelante. Ya verás cómo surge de forma mucho más sencilla durante la redacción de la propia sinopsis, a medida que vayas definiendo las características del mundo por el que se van a mover y el papel que desempeñarán en él. Sabiendo qué va a ocurrir, y quién va a hacer qué (y por qué), es como puedes decidir si tal personaje luce una cicatriz en la frente de resultas de un ataque del villano en el pasado, si será una joven arquera con una puntería espectacular, el antiguo heredero de un trono que ha quedado en manos de una dinastía de senescales, o una joven contrahecha que alberga la capacidad para usar la magia más poderosa de su mundo. De este modo, los datos de su ficha aumentarán y se harán más concretos: lugar de nacimiento, familiares y amigos, habilidades personales, secretos de su pasado, características físicas peculiares…

(Recuerda que, de todo personaje, se espera que evolucione.
No lo imagines como algo inmutable). (Ilustración de N-Ikegame)

A no ser que sigas el camino de los escritores de mapa más estrictos, eso que planifican la novela de arriba abajo antes de escribir ni una línea del manuscrito y se ciñen a ese plan sin desviarse ni un milímetro, es probable que tus personajes aún tengan detalles por perfilar cuando te dispongas a empezar la redacción del manuscrito (e incluso si eres un escritor de mapa, no sería de extrañar que te veas modificando algún personaje durante el proceso de reescritura y corrección). Todos los procesos anteriores se van a condensar y concretar en la ficha de personaje: un elemento común de muchos talleres de escritura de novela, que tiene tantas versiones como escritores hay en el mundo (aunque luego su uso se relativice según el autor o la extensión de la obra). En internet se pueden localizar varios ejemplos descargables, y mi recomendación es que revises unos cuantos y luego te crees el tuyo propio, siempre y cuando tengas en mente su utilidad principal: mantener el control de características físicas, historial y otros rasgos de cada personaje, para evitar contradecirte a lo largo de la narración. Yo, por ejemplo, no soy amigo de las fichas prolijas en detalles y complejidades: más que nada porque, como habrá quedado claro en mi exposición, parto de unos conceptos básicos y prefiero que la personalidad se vaya desarrollando a medida que escribo y los personajes reaccionan a las situaciones que les propongo… para luego registrar en la ficha los datos que sean precisos, en lugar de formularme preguntas sobre aspectos de la personalidad que quizás nunca vayan a verse reflejados en el texto.

Por último, aquí os dejo enlaces a algunas versiones de fichas para personajes literarios que podéis usar de referencia para crear una propia:

1. El mayor pero que le pongo es el escaso espacio que hay para escribir, porque hay apartados en los que querrás explayarte mucho. Pero es una buena base. Aquí.

2. Un ejemplo (en inglés) de lo que sería para mí una ficha que intenta cubrir demasiados aspectos (y por tanto resulta intimidante a primera vista). Aquí.

3. Interesante caso (en inglés), por la extensión de opciones pero también por el añadido de referencias visuales a ciertas descripciones físicas. Aquí.

4. Por último, otro ejemplo en inglés disponible a través de Drive, muy extenso (12 páginas) pero tan bien maquetado que puede que te apetezca tenerlo aunque solo vayas a completar luego un tercio de las preguntas que te plantean. Aquí.


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