Recientemente me he visto envuelto en una tarea que era nueva para mí: ejercer de "seleccionador" para un concurso de cuentos. Ha sido para Melibro, en ocasión de su II Concurso de microrelatos.
En principio me sorprendió que Melibro me consultara mi disponibilidad para ejercer tal función, pero al ser el microrelato un género que no practico con asiduidad (ni suficiente tino), acabé aceptando a sabiendas de que no iba a enviar ninguna obra. Lo cierto es que mi experiencia al respecto no alcanza más que a las votaciones en algunos concursos en foros, donde uno acaba participando y de paso se te obliga (de forma más o menos directa) a ejercer de jurado sobre los demás relatos. Lo cual, no pocas veces, te acaba provocando nerviosismo al ir haciendo cábalas sobre si tal o cual obra les parecerá a los demás tan buena (o mala) como a ti. Sin embargo, en este caso no andaba por medio esa sensación de "necesaria comparación". Así que me centré exclusivamente en releer varias veces las obras que me tocaron en suerte, intentando aplicarles los mismos parámetros de selección.
Para empezar, confieso que dejé a un lado los relatos en los que encontré faltas ortográficas o excesivas aliteraciones. Son dos elementos que intento purgar por completo de mis obras, así que personalmente los odio. Por suerte no hubo más que un par de casos que sufrieran mi ira, así que seguí buscando méritos en los relatos "salvados". Y aquí la tarea del seleccionador se tornó más peliaguda, puesto que no tenía ningún favorito. Habría esperado alguna de esas historias intimistas que te tocan la fibra de principio a fin con palabras cuidadosamente escogidas, pero no ocurrió tal cosa. Tuve aullidos de protesta, esperanzas por florecer, infieles acorralados, declaraciones de amor, parodias futuristas... y la terrible angustia de no poder decantarme por ninguno.
Así que, finalmente, me puse a dar vueltas en torno a las ideas que me presentaban, buscando las que unieran originalidad con mejor técnica. Razonamiento perogrullesco, lo sé, pero cuando la temática es libre se queda uno muy pronto sin "elementos de corte". Después de un buen rato de debate interno envié mis tres elegidos a manos del jurado final, al que deseo buen tino en su juicio. Y me permito devolverles la tensión a los participantes, cuyas uñas supongo que deberán sufrir hasta que se declare el ganador en Enero.
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