Aunque no es extraño que, mientras lees una novela, empieces a percibir semejanzas con libros leídos con anterioridad, resulta menos habitual que acabes indagando sobre esa obra y acabes con la sospecha de que aquellas lecturas previas serían, en realidad, historias influenciadas por la que tienes entre las manos. Y a pesar de que yo a Tim Powers ya le había conocido por medio de En costas extrañas, han sido Las puertas de Anubis las que me han descubierto su (más que probable) ascendente sobre otros autores.
La historia se desarrolla en torno a dos elementos principales: los viajes en el tiempo y la magia. Incluso, siendo un poco más preciso, debería decir que se trata de viajes en el tiempo favorecidos por una clase de magia muy antigua y poderosa. El hecho es que su protagonista, el especialista en literatura victoriana Brendan Doyle, es invitado a participar en un viaje secreto al Londres de mediados del siglo XIX, y a consecuencia de ello se verá perdido de pronto en ese paisaje dickensiano sin saber cómo hacer para volver a su mundo. Un planteamiento que, con diferencias, recuperaría más tarde para En costas extrañas, pues allí también teníamos a un personaje sacado fuera de su ambiente natural, a personajes históricos recreados con mucha gracia, y una magia que subsiste por debajo de ese mundo con mucha más fuerza de la que cabría esperar.
El mayor acierto de Powers en este punto es su capacidad para hacer viajar al lector a esa recreación del Londres victoriano. Además de una estupenda labor de documentación, que probablemente nos permitiría seguir los pasos de Doyle en un mapa de la época, la narración está aderezada de un buen número de referencias sensoriales (sabor de comidas y bebidas, olores...) que envuelven el conjunto y colaboran a hacerlo aún más tangible. Tan solo, para quienes somos aficionados a los grabados de Doré, nos puede chocar un poco que omita la niebla y el humo que comenzaban a enseñorearse de la ciudad por aquella época. A ese Londres "resucitado" se le contrapone el Londres escondido, habitado por los mendigos y el resto de los repudiados por la sociedad, en cuyas tinieblas la magia sigue prosperando bajo la férrea dirección del Doctor Romany y el terrorífico payaso Horrabin. Aquí, Powers despliega un verdadero zoo de pesadillas góticas que hará las delicias de cualquier seguidor de Lovecraft, acompañado por una magia que combina leyendas y rituales egipcios con un toque de abracadabra, cuyas reglas se nos irán desvelando poco a poco.
El problema para Doyle es que, sin quererlo, va a estorbar la conjura sobrenatural que se traen entre manos los dos magos. Esto hará que se convierta en el blanco de sus iras y lo empujará a toda una serie de aventuras un tanto calamitosas por esos bajos fondos londinenses, poblados de personajes propios de Dickens, mientras busca una solución a su situación e intenta conservar la vida de paso.
Un detalle curioso de la trama es la obsesión del protagonista por un poeta de la época de cuya vida apenas se conocen unos pocos detalles, William Ashbless. Interés provocado por el hecho de que ha empeñado su reputación en la tarea de escribir la biografía del poeta, y tras muchos esfuerzos se encuentra al borde del fracaso. Solo que el personaje fue una invención del propio Powers y James Blaylock durante su etapa universitaria, que ambos decidieron revivir en las novelas que estaban escribiendo a principios de los 80 y solo la casualidad quiso que compartieran editor y los convenciera para crear una biografía consistente del personaje, de modo que así le dotaron de un realismo aún mayor. Pero con la excusa de perseguir al poeta, se acabarán produciendo una serie de curiosas paradojas que darán mucho en qué pensar a los aficionados a la teoría del viaje en el tiempo cuando lleguen a la conclusión de sus aventuras.
Justo al alcanzar el final de la novela es cuando, en mi caso, ese regusto a "historia ya leída" se volvió más intenso. No dejaba de encontrar similitudes con dos de mis obras favoritas de Gaiman: Neverwhere y Stardust; sobre todo al pensar en ese planteamiento de un protagonista un poco estrafalario y poca cosa, negado para la acción, que se ve enfrentado de pronto con el hecho de que la magia es real y que se ha metido en una situación de la que no va a ser nada fácil salir. Lo cual me hizo comparar fechas. Y, dado que la obra de Powers precedió a las novelas de Gaiman en trece años, he empezado a pensar que las aventuras de Brendan Doyle bien pudieron inspirar su pluma mientras creaba el Londres de Abajo...
Así pues, y sin querer extenderme más, si os gustan la ambientación victoriana, los viajes en el tiempo, la magia oscura y os apetece disfrutar de aventuras enarbolando un sable, no dejéis pasar al oportunidad y leer Las puertas de Anubis.
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