miércoles, 21 de octubre de 2015

Los "Cuentos Cuánticos" (1)

Antes de que la pereza me distraiga, voy a dar comienzo con este artículo a una sección dedicada a hablar sobre los relatos contenidos en Ni colorín, ni colorado. Siempre me ha gustado comentar las influencias, la inspiración, etc... sobre los relatos que voy publicando, y en este caso no quería dejar de hacerlo. Aunque, eso sí, procuraré que mis explicaciones no le arruinen la diversión a aquellos que aún no hayan leído el libro (y les anime a darle una oportunidad).

Para empezar, creo que lo mejor es fijarse en el cuento que abre la recopilación. Aparte de ser uno de los que mejores críticas ha recibido, se puede decir que es el más importante de todo el conjunto porque fue el que me dio pie a seguir investigando las posibilidades de ir más allá del "... y comieron perdices" de los cuentos infantiles. Tal y como explico en la introducción del propio libro, es posible que la recopilación no existiera sin ese cuento. 

Por supuesto, la primera gran pregunta está clara. ¿De dónde vino la inspiración para tener semejante idea? Pues la culpable de todo fue la enésima emisión en la tele de Hook, una película que nunca me ha convencido y que ese día en concreto me hizo plantearme si no habría una forma más satisfactoria de resolver el destino de Peter Pan y su conflicto con Garfio. Claro que, al decir satisfactoria, no pretendía decir feliz.

Además, y por suerte para mi, la memoria quiso hacerme creer que el pirata moría en el cuento clásico. El relato se construyó, por lo tanto, sobre esa propuesta: ¿cómo evolucionaría un universo que gira en torno al conflicto entre los niños y los piratas, si faltase uno de los dos? Así que, puestos a fantasear, decidí imaginar cómo le afectaría a un héroe el quedarse sin el villano que da sentido a su existencia. Aunque, eso sí, me preocupé por resolver la historia respetando la coherencia de un mundo mágico. Todo lo cual me fue dirigiendo hacia el relato que finalmente se ha publicado, y que modestamente pienso que ha logrado cumplir su cometido.

En cuanto a la redacción en sí, éste es uno de esos relatos que "se escriben solos". Apenas realicé correcciones después de acabarlo, y el mayor cambio lo sufrió tras la última ronda de "lectores beta". Unos cuantos comentarios respecto a que la duración del final resultaba anti climática me hicieron recortarlo. Aparte de eso, la única "queja" se centró en el hecho de que Peter Pan no podía considerarse un cuento infantil y, por tanto, incluirlo en la recopilación suponía algo así como hacer trampa. Una observación que se le hizo también a mi versión de El libro de la selva. Sin embargo, y aunque reconozco que se trata de objeciones muy acertadas, opino que las películas de Disney se han encargado de fijar en el ideario común su versión colorista, y que merecía la pena añadirlos si con eso empujaba a algún lector a releer el texto original (en especial, en el caso de Kipling).

El resultado, hasta donde yo sé, ha sido bastante bueno. No sólo es uno de mis favoritos de la recopilación (lo saben quienes me han oído en las presentaciones o las firmas de libros), si no que también fue de los más elogiados entre los "lectores beta". De hecho, un amigo me hizo un gran cumplido al decir que le recordaba al tipo de historia que escribiría Neil Gaiman. Lo cual, teniendo en cuenta mi creciente admiración por la capacidad narrativa del autor británico, es casi un piropo.

Y esto es todo lo que puedo contar (sin revelar más de lo necesario). En próximos artículos, espero continuar hablando sobre cómo fueron tomando forma el resto de relatos.


(Ni colorín, ni colorado se puede adquirir en formato físico o digital en Amazon. Y si vives en Madrid y prefieres echarle un ojo antes, pásate por Generación-X Carranza).

(Aquellos que vayan a leerlo, tengan en cuenta la prescripción facultativa del autor: para disfrutar los relatos, no lean más de dos al día. Igual que las bolsas de caramelos, si se lo tragan de una sentada es posible que se les empache).





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