(Reseña publicada previamente en Melibro)
Publicado por primera vez en Agosto de 1991, mediante entregas semanales en el periódico El País, “Sin noticias de Gurb” se ha convertido en la obra con la que Eduardo Mendoza logró uno de los grandes hitos de la parodia literaria. Se da la casualidad además de que este año se cumple el 20 aniversario de esa aparición y Seix Barral ha publicado una edición conmemorativa, para la que han recuperado las ilustraciones de Perico Pastor que acompañaron al texto entonces, además de unas notas del propio artista y una introducción extendida.
Como advertencia, mi experiencia personal aconseja no leerlo en lugares público. No, a menos que no nos importe ser el centro de miradas de transeúntes o compañeros de viaje en el transporte público, al empezar a reírnos sin poder parar.
La sinopsis del libro es harto sencilla: dos alienígenas llegan a la Tierra en una misión científica y uno de ellos, Gurb, desaparece mientras se encuentra realizando una exploración “camuflado” bajo la apariencia de Marta Sanchez. A partir de ese momento seguiremos las peripecias de su compañero (narradas en primera persona y al minuto), al partir a la búsqueda de Gurb.
Con un humor irreverente, muy próximo a las alocadas invenciones del “Flying Circus” de los Monty Python, el anónimo alienígena nos va describiendo las experiencias por las que pasa. A través de sus ojos, vemos la Barcelona pre-olímpica en una sorprendente versión cómica de los cuadernos de viaje de los exploradores del siglo XVIII-XIX, mediante el cual Mendoza demuestra en cada página un talento genial a la hora de reírse a costa de situaciones cotidianas: las obras ubicuas, el tráfico caótico, el fútbol... que tan familiares nos resultan.
Además de la ironía que empapa esas descripciones, el elemento cómico clave del libro son las absurdas situaciones en que se ve envuelto en su afán por comportarse “como un humano”. Principalmente, las múltiples personalidades que adopta durante la historia (Pio XII, el Conde-Duque de Olivares, Romero de Torres, Ghandi...), su apetito desmedido (sobre todo en lo tocante a churros), los conflictos vecinales y sus dificultades para asimilar las sutilezas del cortejo. Gags recurrentes a los que se suman momentos en que una situación hilarante se multiplica de párrafo a párrafo con mínimos cambios.
En definitiva, “Sin noticias de Gurb” se sitúa como una gran parodia de las novelas de ciencia-ficción que, a través de la inocente visión de este visitante, nos permite reírnos a mandíbula batiente de nuestras propias incongruencias.
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