Quizá deba explicar desde el mismo principio a qué Zona Roja se refiere el título del artículo (aunque considero suficientemente avispados a los lectores de este blog). Al hacerlo, pensaba en ese punto crítico de todo cuentarrevoluciones/ manómetros/ escala de radiación, marcada de vivo color rojo para que uno sepa que está llegando al límite.
Para mí, esa marca roja está apareciendo ante mis ojos a medida que se desgranan las hojas del calendario sin recibir una respuesta de las editoriales. A fecha de hoy, ya hace más de siete meses que empecé a tantear quien pudiera estar interesado en publicar mi última novela. Los últimos intentos van ya para cuatro meses...
Desde luego, no esperaba que haber publicado una novela me fuera a abrir de par en par todas las puertas. Pero después de las críticas recibidas por "El Secreto de los Dioses Olvidados", había tomado nota de los fallos para intentar que el resultado fuese aún más profesional. En comparación con la obra anterior, el trabajo de reescritura ha sido mucho más intenso y ha contado con un grupo de lectores/críticos que me fueron muy útiles. En definitiva, tenía la esperanza de haber presentado un trabajo mejor elaborado y con un aspecto más profesional.
Ya describí una vez esta espera como El castigo de Prometeo, y lo cierto es que no se me ocurre una tortura mejor (y eso que los griegos pensaron en algunas realmente buenas al imaginar su infierno) para describir esa sensación de impotencia mientras los días van pasando sin saber qué ha sido de tu manuscrito. Me temo que una buena parte de la culpa la sigue teniendo esta crisis y la corriente de precaución con autores nuevos que ha traído consigo. Aún así, cada vez que abro el correo electrónico cruzo los dedos esperando encontrarme con una respuesta. Incluso una negativa me tranquilizaría un poco, aunque sólo fuera por saber que alguien se ha leído el texto (por aquello de alejar de mi cabeza esa leyenda de que los manuscritos acaban en un pila, sin que nadie los toque más que para tirarlos a la basura).
Que conste que mantengo la esperanza de poder publicar la novela. Evidentemente se basa en una apreciación personal más que nada, con todo el peligro que eso tiene. Pero me gustaría que no quedase en saco roto todo el trabajo que me tomé en crear un mundo original, ni que se dejasen de conocer esos personajes a los que tanta vida intenté insuflar. Y, sobre todo, porque quisiera entregar la obra a quienes me leyeron y demostrarles que he cumplido mi promesa de crear algo mejor.
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