jueves, 3 de junio de 2010

Influencias IV: "Neverwhere"

Vaya por delante que, hasta el momento en que leí esta novela, Neil Gaiman no era santo de mi devoción precisamente. Y todas mis reticencias venían provocadas, debo confesarlo, por el origen de los halagos a su obra principal. Quienes me recomendaban la lectura de Sandman, insistiendo en la profundidad filosófica que lo impregnaba, solían rozar peligrosamente el movimiento siniestro o emo. Ignorantes de que esos factores no hacían si no empujarme lo más lejos posible.

Así pues, resulta sencillo hacerse una idea de la cautela con la que acometí la lectura de "Neverwhere". Básicamente, mis expectativas de satisfacción se encontraban en niveles paupérrimos. Y sin embargo, todos esos prejuicios se fueron desvaneciendo página a página. Hacia la mitad del libro, los había olvidado. La razón, por supuesto, es que la historia reunía un montón de elementos que me eran afines.


Para empezar, "Neverwhere" se basa en un universo de realidades paralelas que conviven de forma independiente. Una concepción que siempre me ha interesado, tanto en las lecturas como en lo que escribo. Y en ese sentido, me resultó fascinante el modo en que Gaiman entrecruzó los dos planos de la realidad. Escenas como el Harrod´s tomado por un mercadillo cuasi esotérico son sugerentes en extremo. Pero, por encima de todo, está el hecho de asimilar a los habitantes del Londres de Abajo con los mendigos de las ciudades. Nada más real que la indiferencia que nos produce ese colectivo podría fundamentar la mágica invisibilidad de la que están dotados en la narración.

En cuanto a los personajes, sus características son comparables a muchas de las creaciones de Gaiman. Salvo por el protagonista, un perdedor convertido en mesías, en general despliegan un amplio abanico de apariencias mutables, detrás de las cuales se ocultan monstruos horrorosos, seres majestuosos, o pícaros buscavidas. Y de entre todos ellos sobresale el Marqués de Carabás, cuyos recovecos morales le sitúan a caballo entre el bien y el mal.

La historia en sí quizá sea lo menos original del conjunto. El protagonista que, de la noche a la mañana, debe descubrir un héroe dentro de sí es un argumento bastante trillado. Pero el humor con el que Gaiman endulza las peripecias del sufrido Dick ayudan a empatizar con él y a acompañarle con más ganas página tras página. Como testigo de la travesía al oscuro corazón del Londres de Abajo, no dejé de alegrarme por cada obstáculo superado y cada logro conseguido. Imposible no hacerlo, cuando llegas al punto en el que ese chico podrías ser tu mismo. Aún más. Ese mundo mágico alcanza por momentos tan extraordinaria solidez que lo que deseas es vivir la aventura por tí mismo.

¿Que destacaría del resultado final? La capacidad de Neil Gaiman para sugerir una existencia mágica dentro de lo cotidiano. Algo tan mundano como un puerta se convierte en algo más después de leer el libro, e incluso la noche recupera su ancestral velo de misticismo. Tras pasar la última página de "Neverwhere", el niño que nos queda dentro vuelve a buscar seres mágicos en los rincones oscuros.

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho esa novela. Me animó a leer otras de Neil Gaiman que, la verdad, no me parecieron gran cosa, pero Neverwhere me encantó.

    Te recomiendo que pruebes Buenos presagios, de Gaiman y Pratchet, por si no la has leído. Es muy divertida.

    Un saludo

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  2. Por supuesto que leí "Buenos Presagios"!!
    Como buen fan de Pratchett, la disfruté mucho tiempo antes de disfrutar con las aventuras de Puerta y Dick en el Londres de Abajo.

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