jueves, 18 de febrero de 2010

Cuadernos de viaje: Londres


Este post lo he post-puesto demasiado tiempo (perdón por la gracieta fonética), porque no tenía muy claro cómo redactarlo. El hecho es que a primeros de mes acudí, en una visita relámpago, a la capital de la "pérfida Albión". Un viaje que me llevaba por primera vez al otro lado del Canal de la Mancha.

Londres lo conocía (parcialmente) por datos recabados a través de internet o bibliografía escogida. Entre mis proyectos de novelas inacabadas yace aún una novela con tintes "Lovecraftianos", cuyos sobrenaturales eventos tenían lugar en el Londres de finales del XIX. Sin embargo, la dificultad de representar el aspecto y las sensaciones de esa ciudad acabaron por dejar el proyecto en un borrador inacabado. A esto se une los relatos de varios amigos que han vivido allí, y que me hablaban de varios puntos que parecían perfectos para usarlos como telón de fondo.

Con un sólo objetivo "innegociable" (visitar el British Museum), llegamos a la city de noche. Y cuando, al fin, salimos a la superficie, nos encontramos con Picadilly. Así que mi primera impresión de Londres fue haber salido a la Gran Vía madrileña un sábado cualquiera (con ciertos toques de Blader Runner, gracias a esos imponentes murales de video). Y debo decir que esa sensación de "nada nuevo" es lo que más ha afectado al regusto final del viaje.


Lo más parecido a ese Londres victoriano que esperaba encontrar, y cuyos paisajes inspiradores deseaba grabarme en la cabeza, sólo apareció en torno al lugar en el que nos hospedaron. Finnsbury Park posee toda una colección de casas bajas propias de los relatos de Sherlock Holmes, y gracias a eso me veo ahora capaz de enfrentarme al "Proyecto Lovecraft". Pero, y aunque la visita no durase más de dos días, lo cierto es que ver en el horizonte edificios como el BT Tower o el "Gherkin" le quita mucho encanto al centro de esa ciudad. Aunque, eso sí, el entorno del Parlamento durante la noche resulta bastante evocador (si ignoras la gigantesca noria que se puede ver).


Otro momento curioso sucedió en el British Museum, al visitar la zona dedicada a "La Ilustración". En la antigua Biblioteca del Rey, uno puede ver cómo habría sido una colección de piezas científicas en el siglo XIX. De hecho me hizo recordar la primera visita que hice, siendo muy pequeño, al Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Ese ambiente se me ha quedado grabado en la mente, y supongo que es el que me gusta reflejar.


Por supuesto, hubo que aprovechar la ocasión para buscar libros que me pudieran ayudar con mi creciente afición a la época victoriana. Aunque los planos de Londres del XIX se me salieron del presupuesto (30 euros me parecían demasiado, de momento), me hice con un pequeño catálogo de ilustraciones antiguas de la ciudad y con el "Diccionario del Londres Victoriano" de Lee Jackson, que recomiendo como una lectura muy práctica para hacerse una idea sobre la ciudad en ésa época. Por desgracia, no encontré ningún ejemplar del manual que escribió Charles Dickens jr sobre su ciudad (tendré que conformarme con la versión PDF que logré capturar por la red).

Así pues, Londres dio para todo esto (o sólo para esto). A ver qué ocurre cuando acabe con lo que tengo entre manos y vuelva a echarle un vistazo a ese proyecto inacabado...

2 comentarios:

  1. Te felicito, muy bien escrito.

    Un viaje o excursión muy xulo!!!

    ResponderEliminar
  2. Yo estuve hace un par de años en Londres y fueron cuatro días que dieron para bastante. Cierto es que has de "patearte" barrios para captar su esencia, pero aunque alguna calle parezca más de lo mismo, enseguida te encuentras con ese toque especial que tiene la ciudad. Yo también visite el British Museum y el Museo de Ciencias Naturales, espectacular. Mi próxima visita a las islas británicas (espero que pronto)han de incluir Stonehenge, un escenario para una próxima novela.
    En cuanto a las sensaciones de los lugares, a veces necesitan tiempo para desarrollarse. Cuando visité Egipto sentía que tenía que escribir algo sobre él, y apenas me salió un relato con tintes Lovecraftianos (Las semillas de Abu-Simbel, está en mi blog de relatos), pero sentía que le debía a Egipto algo más. Fue unos años después cuando ha dado lugar como escenario de la tercera parte de mi novela LHDE.

    Saludos.

    ResponderEliminar