sábado, 21 de octubre de 2017

No... no estaba muerto...

Perdonad que esta entrada sea tan corta, pero después de tantos meses le debía algo a aquellos que aún prestáis atención al blog. Así que, si os preguntáis que andaba haciendo, solo tenéis que pasaros por Athnecdotario Incoherente y leerme (mientras mi próximo proyecto sigue haciéndose, a fuego lento, en los hornos artesanos de la editorial). 


miércoles, 7 de junio de 2017

"La Tierra Larga" de Stephen Baxter y Terry Pratchett

Reconozco que, para alguien que se considera un fiel seguidor de la obra de Terry Pratchett, fue un poco vergonzoso descubrir que la saga de La Tierra Larga me había pasado inadvertida. En mi defensa, diré que el hecho de estar escrito a dos manos con Stephen Baxter (autor de ciencia ficción que no conocía) debió de colaborar bastante a que no le prestara la debida atención a las reseñas que se hayan hecho, amén de que el tono de este primer tomo de la saga no responde al habitual estilo paródico del creador de Mundodisco (algo que en otras colaboraciones, como Buenos Presagios, era más notable). De hecho, estoy bastante seguro de que el grueso de la escritura debe pertenecer a Baxter, y que Pratchett tuvo una intervención menor en la redacción del texto (aunque los elementos más disparatados de este universo, de seguro que le reconocerán la paternidad).


La tierra larga es, sobre todo, ciencia-ficción clásica: una especulación inspirada por una teoría científica (en esta caso la teoría de cuerdas y los universos paralelos), aderezada por una aventura que obliga al lector a seguir leyendo página tras página. En este caso, la propuesta que nos hacen es ¿qué pasaría si la humanidad tuviera acceso a todas las versiones alternativas de la Tierra que conocemos? A todas y cada una de las tierras que la humanidad no ha conocido porque la evolución, los desastres naturales y el variado desarrollo climatológico/geológico de cada versión del planeta siguieron caminos muy distintos a los "históricos". En ese aspecto, el resultado de la especulación es muy interesante a varios niveles. Y el primer toque "pratchettiano" se aprecia aquí, pues el aparato que va a permitir a los humanos alcanzar esos mundos es la cruzadora: un invento cuya fuente de energía consiste en... una patata. Un detalle estrafalario que la propia novela se encarga de convertir en lógico, cuando pasa a elucubrar sobre especies capaces de moverse de un universo a otro de forma natural.

(el plano de construcción de la cruzadora)

El protagonista principal de la novela es Joshua Valienté; un muchacho huérfano, criado por unas monjas bastante peculiares, cuya vida va a dar un vuelco radical el día que los planos de las cruzadoras empiezan a circular por internet. Su enorme capacidad para desenvolverse en esos nuevos mundos donde la tecnología del siglo XX es inútil (haciendo uso de una lógica que, a los lectores de la serie El éxodo de los Gnomos, les resultará familiar) acabará por convertirle en el explorador más famoso de la Tierra larga. Y eso hará que le ofrezcan participar en una osada expedición hacia los confines de los universos paralelos, a través de la cual se nos irán presentando infinidad de tierras "que no fueron" en nuestra línea histórica pero "pudieron haber sido". Un juego en el que los autores fantasean con la evolución de las especies, las eras climatológicas y hasta las colisiones de meteoritos, recordándonos así lo único que es nuestro mundo. Eso sí, sobre los compañeros de viaje de Joshua prefiero no decir mucho, pero creo que han creado a uno de los personajes más simpáticos de la ciencia-ficción.

Por otra parte, también se exploran las consecuencias sociales de este descubrimiento a través de las líneas argumentales de Mónica Jansson, agente de policía que nos sirve de testigo de los cambios que sirve nuestra Tierra (renombrada como Tierra Datum tras "el día del cruce") cuando gran parte de la humanidad decide lanzarse a la aventura de colonizar esos nuevos mundos. Y gracias a los ojos de la joven Helen Green, participamos del azaroso viaje de uno de esos grupos de "nuevos peregrinos", hacia su edén paralelo.

El problema obvio, al tratarse de una saga (de cinco libros), es que este volumen funciona como uno de esos viejos coches de juguete de los que se tiraba hacia atrás para que luego echase a andar solo. Todas las piezas de la trama se están moviendo hacia el punto de accionamiento del resorte... dejándonos ante un cliffhanger de dimensiones apocalípticas (no en vano el título del siguiente libro, La guerra larga, nos da una pista sobre el posible devenir de los hechos). Pero si eres aficionado a esta clase de ciencia-ficción, (y a Terry Pratchett) mi recomendación es que le des una oportunidad.

jueves, 11 de mayo de 2017

"Sobre Shunkin" de Junichiro Tanizaki

Desde hace unos años, mi bagaje en literatura japonesa ha empezado a crecer a un ritmo bastante bueno; gracias, sobre todo, al esfuerzo de ciertas editoriales por acercarnos nipones más allá de los típicos best-seller de moda (y, sí, estoy pensando en Murakami). Una "japonización" que, hasta ahora, se había dejado sentir más bien poco en el blog, pues apenas son un par las reseñas dedicadas a obras niponas. Por eso, para compensar esta ausencia, hoy le toca el turno a un autor que, mal que me pese estaba en el limbo de lo desconocido en lo que a mi respecta: Junichiro Tanizaki. Y después de leer Sobre Shunkin, solo puedo lamentarme por no haberlo conocido antes.

De este libro hay que empezar diciendo que trata un tema muy en boga: las relaciones enfermizas. La base de su nudo argumental es contar la vida de Shunkin, una extraordinaria maestra del shamisen en la ciudad de Osaka, que ha debido limitarse a ese instrumento por el hecho de haberse quedado ciega. Pero, como si semejante excelencia artística debiera compensarse con una carencia de igual calibre en otro aspecto, Shunkin es un personaje de un extremo egocentrismo. Un defecto que se focaliza en el otro protagonista de la historia: Sasuke. Sirviente, aprendiz y amante (en distintos niveles), cuya devoción hacia la artista invidente bordea lo patológico, como poco.


La historia, recopilada por un pupilo de Sasuke, comienza por describirnos la infancia de Shunkin y cómo, a muy temprana edad, acaba perdiendo la vista; una catástrofe en la que ya se deja entrever la sospecha de que el carácter egoísta de la niña había provocado el deseo de venganza de una sirvienta. Aún así, la ceguera no afectará a su enorme belleza física, y el joven sirviente de la casa (cuya pobreza le impide costearse las clases de un maestro de shamisen) acabará prendado por completo de su joven ama (a la que aventaja en algunos años). La relación entre ambos se forja así, con el uno ejerciendo de criado del otro, y progresará en el tiempo sin que esa jerarquía mude en ningún momento. Shunkin dispone y Sasuke obedece, con toda la docilidad que se pueda imaginar. Incluso cuando vivan juntos, establecidos como maestros del shamisen (y amantes no declarados), ella no demostrará en público mucho más que el afecto por su criado favorito, y él representará a la perfección el papel del pupilo que idolatra a su maestra (viviendo en el umbral de la pobreza para sostener los caprichos de ella). Algo que quizá resulte más comprensible, o admisible, considerando el contexto histórico-social en el que se ubica la narración: el Japón Meiji, y cómo se planteaba la relación amo-criado en esa época.

Todo lo anterior no hará más que reforzar el carácter egoísta de Shunkin, cuya belleza y virtuosismo musical no impedirán que acabe ganándose el resquemor de sirvientes, pupilos y otros intérpretes, hasta el punto de volver a sufrir las consecuencias de una venganza a su altivez. En esta ocasión, contra ese rostro que la ha hecho ser deseada por tantos hombres. Y en ese momento es en el que Sasuke demuestra hasta donde llega su lado más enfermizo, al provocarse la ceguera a sí mismo en una escena que no precisa ser más explícita. 

En definitiva, una historia interesante y que da pie a la reflexión sobre este tipo de insanas relaciones retroalimentadas, en la que sus protagonistas dejan fuera al resto del mundo, y no hay lugar para terceros (ni siquiera hijos). Sobre todo porque, como apuntaba un amigo, es posible acabar dudando sobre cuál es el verdadero papel de cada uno de los personajes, quién está obteniendo mayor beneficio de esa relación, o cuál es más dependiente del otro.

Por último, un apunte personal. Recomendaría leer este libro escuchando música de shamisen, pues su presencia queda implícita en muchos momentos de la narración y sospecho que los lectores occidentales estamos dejando de disfrutar de ese juego literario, que para un nipón será mucho más fácil de evocar.

viernes, 5 de mayo de 2017

"Las puertas de Anubis" de Tim Powers

Aunque no es extraño que, mientras lees una novela, empieces a percibir semejanzas con libros leídos con anterioridad, resulta menos habitual que acabes indagando sobre esa obra y acabes con la sospecha de que aquellas lecturas previas serían, en realidad, historias influenciadas por la que tienes entre las manos. Y a pesar de que yo a Tim Powers ya le había conocido por medio de En costas extrañas, han sido Las puertas de Anubis las que me han descubierto su (más que probable) ascendente sobre otros autores.

La historia se desarrolla en torno a dos elementos principales: los viajes en el tiempo y la magia. Incluso, siendo un poco más preciso, debería decir que se trata de viajes en el tiempo favorecidos por una clase de magia muy antigua y poderosa. El hecho es que su protagonista, el especialista en literatura victoriana Brendan Doyle, es invitado a participar en un viaje secreto al Londres de mediados del siglo XIX, y a consecuencia de ello se verá perdido de pronto en ese paisaje dickensiano sin saber cómo hacer para volver a su mundo. Un planteamiento que, con diferencias, recuperaría más tarde para En costas extrañas, pues allí también teníamos a un personaje sacado fuera de su ambiente natural, a personajes históricos recreados con mucha gracia, y una magia que subsiste por debajo de ese mundo con mucha más fuerza de la que cabría esperar.


El mayor acierto de Powers en este punto es su capacidad para hacer viajar al lector a esa recreación del Londres victoriano. Además de una estupenda labor de documentación, que probablemente nos permitiría seguir los pasos de Doyle en un mapa de la época, la narración está aderezada de un buen número de referencias sensoriales (sabor de comidas y bebidas, olores...) que envuelven el conjunto y colaboran a hacerlo aún más tangible. Tan solo, para quienes somos aficionados a los grabados de Doré, nos puede chocar un poco que omita la niebla y el humo que comenzaban a enseñorearse de la ciudad por aquella época. A ese Londres "resucitado" se le contrapone el Londres escondido, habitado por los mendigos y el resto de los repudiados por la sociedad, en cuyas tinieblas la magia sigue prosperando bajo la férrea dirección del Doctor Romany y el terrorífico payaso Horrabin. Aquí, Powers despliega un verdadero zoo de pesadillas góticas que hará las delicias de cualquier seguidor de Lovecraft, acompañado por una magia que combina leyendas y rituales egipcios con un toque de abracadabra, cuyas reglas se nos irán desvelando poco a poco.

El problema para Doyle es que, sin quererlo, va a estorbar la conjura sobrenatural que se traen entre manos los dos magos. Esto hará que se convierta en el blanco de sus iras y lo empujará a toda una serie de aventuras un tanto calamitosas por esos bajos fondos londinenses, poblados de personajes propios de Dickens, mientras busca una solución a su situación e intenta conservar la vida de paso.

Un detalle curioso de la trama es la obsesión del protagonista por un poeta de la época de cuya vida apenas se conocen unos pocos detalles, William Ashbless. Interés provocado por el hecho de que ha empeñado su reputación en la tarea de escribir la biografía del poeta, y tras muchos esfuerzos se encuentra al borde del fracaso. Solo que el personaje fue una invención del propio Powers y James Blaylock durante su etapa universitaria, que ambos decidieron revivir en las novelas que estaban escribiendo a principios de los 80 y solo la casualidad quiso que compartieran editor y los convenciera para crear una biografía consistente del personaje, de modo que así le dotaron de un realismo aún mayor. Pero con la excusa de perseguir al poeta, se acabarán produciendo una serie de curiosas paradojas que darán mucho en qué pensar a los aficionados a la teoría del viaje en el tiempo cuando lleguen a la conclusión de sus aventuras.

Justo al alcanzar el final de la novela es cuando, en mi caso, ese regusto a "historia ya leída" se volvió más intenso. No dejaba de encontrar similitudes con dos de mis obras favoritas de Gaiman: Neverwhere y Stardust; sobre todo al pensar en ese planteamiento de un protagonista un poco estrafalario y poca cosa, negado para la acción, que se ve enfrentado de pronto con el hecho de que la magia es real y que se ha metido en una situación de la que no va a ser nada fácil salir. Lo cual me hizo comparar fechas. Y, dado que la obra de Powers precedió a las novelas de Gaiman en trece años, he empezado a pensar que las aventuras de Brendan Doyle bien pudieron inspirar su pluma mientras creaba el Londres de Abajo...

Así pues, y sin querer extenderme más, si os gustan la ambientación victoriana, los viajes en el tiempo, la magia oscura y os apetece disfrutar de aventuras enarbolando un sable, no dejéis pasar al oportunidad y leer Las puertas de Anubis

lunes, 3 de abril de 2017

"Orgullo y Prejuicio" de Jane Austen

Por si a alguien le extraña que, dados mis gustos literarios, haya acometido la lectura de este libro (ignorando la versión zombificada de hace unos años), me explicaré confesando que se trata del título escogido por el club de lectura al que pertenezco. Es de esta manera como logro obligarme a leer clásicos y/o autores a los que, de otra manera, sería difícil que les diera una oportunidad. Y así, además, puedes entretenerte luego comentando tu opinión sobre el libro delante de un café y un pedazo de tarta. 

A pesar de todo lo anterior, no voy a despotricar en contra de la obra de Jane Austen. Aunque las historias centradas en romances siguen sin ser de mi predilección, Orgullo y prejuicio contiene varios elementos que me resultaron interesantes: por una parte, la representación de las diferencias entre los aristócratas ingleses; por otra, la plasmación del papel de la mujer en esa sociedad y las cortas ambiciones que se le ofrecen; y por último, aunque no menos importante, el humor negro con el que describe esos matrimonios nacidos de una mera conveniencia económica, entre otras cosas. 



La sinópsis de la obra es relativamente sencilla: la historia se centra en Elizabeth Bennet, hija de una familia adinerada venida a menos, y de la relación de amor/odio que se forja entre ella y Mister Darcy, un caballero con una inmensa fortuna a la que todos desean emparentarse. Sin embargo la narración se entretiene también en los esfuerzos de las demás hermanas de la familia Bennet por encontrar una pareja, y a través de ellas nos ofrece Austen un surtido de tipos de mujer de la Inglaterra de finales del XVIII (limitado, eso sí, a las clases medias y altas).

Para empezar, y es el elemento que cobra mayor importancia desde un principio en la novela, habría que hablar de las nítidas barreras que se establecían entre las personas según lo voluminoso de las rentas. A lo largo de la narración se refieren a ellas en varias ocasiones, demostrando la naturalidad con la que cada cual asumía su posición, inferior o superior respecto de los demás, en base a ese único factor económico y cómo, igual que en un sistema de castas, la persona de una "clase inferior" resultaba inadecuada para el matrimonio. Un detalle que, a la postre, le sirve a Austen para establecer el mayor de los escollos hacia la felicidad que se interpone en el camino de las hermanas Bennet.

(ilustración de una edición de 1923)

En un libro escrito por una mujer y centrado en personajes femeninos tenía que acabar por reflejarse la situación de su sexo en esta época. Y, por desgracia, el retrato que nos ofrece la autora resulta desolador. La máxima aspiración de esas mujeres residía en encontrar un marido. Un hombre con similar poder adquisitivo, cuando menos, si es que no se podía conseguir un pretendiente con rentas más suculentas. Tal es esto que incluso la protagonista, que en un principio se muestra indiferente a su soltería, acaba por evidenciar más tarde una clara disposición al matrimonio (aunque, como es obvio, la suya se supone como una muy poco común relación de igualdad marido-esposa para la época). Esta caza de un marido, en el amplio sentido de la expresión, nos brinda situaciones en que la edad, el aspecto físico, o la mezcla de ambos marcan la urgencia de cada personaje femenino por lograr su objetivo antes de convertirse en solteronas. Y, a la inversa, nos muestra a jóvenes recién llegadas a la adolescencia cuya meta es casarse cuanto antes para no verse "rebajadas" a tener que trabajar como institutrices. Como digo, un retrato nada favorecedor de las mujeres de la alta sociedad, que me recordó un poco al paralelismo de las hormigas en La vida de los insectos de Viktor Pelevin.

Todo lo cual nos lleva hasta lo que, en mi opinión, debía ser para Jane Austen el ejemplo paradigmático de estos casamientos medidos por rentas y selladas por la necesidad: los padres de la protagonista. Una pareja dispar a la que el tiempo les ha enseñado a soportar las rarezas del otro, pero poco más. Como le dice el padre a Elizabeth en cierto momento: 
<<Hija mía, no me des el disgusto de verte incapaz de respetar al compañero de tu vida. No sabes lo que es eso.>>
Por último, aunque también sea un elemento persistente a lo largo de la historia, insistir en la fuerza con que se expresan algunas ideas mediante la ironía, desde la misma frase inicial del libro. Acidez verbal de la que el padre de las hermanas Bennet se convierte en máximo exponente, seguido a cierta distancia por la propia Elizabeth (en especial, en aquellos momentos en que el narrados nos desvela sus pensamientos). Esta forma de crítica a la sociedad se complementa con varios personajes que, más que retratos, son caricaturas de modelos de la época (la señora Bennet, el primo clérigo, las hermanas pequeñas...), al modo de "secundarios cómicos" de alguna obra de teatro. Y de esa apariencia risible podemos extraer cuál sería la opinión de Jane Austen sobre ellos y ellas...

Así pues, y dejando de lado la trama un tanto folletinesca y de comedia de enredos, el principal valor de esta novela reside para mí en ese retrato tirando a descarnado de la "Gentry" inglesa a finales del XVIII. Y una forma de tener presente cuánto ha avanzado el movimiento feminista en la mentalización y la consecución de mayor independencia para la mujer en estos últimos dos siglos.