Aunque con cierto retraso, aquí traigo mi resumen de la experiencia que me supuso acudir como "firmador" a la Feria del Libro de Madrid.
En primer lugar, debo agradecerle a Generación-X su apoyo al cederme un espacio en su caseta. Sin esa confianza, probablemente éste habría sido otro año en el que sólo hubiera paseado por la Feria como comprador. Por el mismo motivo me ha quedado muy clara la necesidad de "tirar de las amistades" cuando eres un novato y no dispones de otros apoyos para esta clase de promoción. Se demuestra así que cultivar la amistad de los libreros sirve para algo más que conseguir un fascículo atrasado o ese libro de una editorial minoritaria.
En cuanto al evento en sí, sólo puedo decir que superó mis expectativas (que, prevenido como estaba contra un desastre, eran muy bajas). Las cifras de "cazadores de firmas" fueron tan modestas como cabía esperar, pero incluyeron algunas sorpresas: Un forero con ganas de comentar su opinión sobre el libro (gracias, Halobrad) y una visitante que decidió probar el libro después de explicarle la trama (espero que lo disfrutes mucho, Edurne).
Lo más complicado fue precisamente el trato con ese público errabundo propio de la Feria, que va de caseta en caseta igual que un pajarillo a la busca de una miga de pan perdida. Cuando menos te lo esperas, uno de ellos ha ido paseándose por toda la caseta hojeando ejemplares y al levantar la vista está cruzando la mirada contigo. En ese instante se produce un tenso silencio, tras el cual el paseante huye (dejándote tiempo, como mucho, para un "¿le interesa?") y tú te quedas esperando a alguien más dispuesto a escucharte. Lo cual también te obliga a olvidarte un poco de la vergüenza personal, recordar que eres "el escritor", y que durante ese rato tú eres quien impone respeto. Algo que a mí me costó mucho, la verdad, tal y como puede verse en las fotos. Para el tramo final de la tarde logré interiorizar esos conceptos, eso sí, y fui capaz al fin de hablar con aquellos desconocidos sobre el libro. Todo un despliegue de desparpajo por mi parte.
Cuando acabó la firma, los comentarios me permitieron hacer un balance positivo. No en vano, tampoco hubiese sido raro pasarme la tarde sin llamar la atención de nadie. Así que, si hay suerte, espero repetir en el futuro y quedar aún más contento del resultado.
En primer lugar, debo agradecerle a Generación-X su apoyo al cederme un espacio en su caseta. Sin esa confianza, probablemente éste habría sido otro año en el que sólo hubiera paseado por la Feria como comprador. Por el mismo motivo me ha quedado muy clara la necesidad de "tirar de las amistades" cuando eres un novato y no dispones de otros apoyos para esta clase de promoción. Se demuestra así que cultivar la amistad de los libreros sirve para algo más que conseguir un fascículo atrasado o ese libro de una editorial minoritaria.
En cuanto al evento en sí, sólo puedo decir que superó mis expectativas (que, prevenido como estaba contra un desastre, eran muy bajas). Las cifras de "cazadores de firmas" fueron tan modestas como cabía esperar, pero incluyeron algunas sorpresas: Un forero con ganas de comentar su opinión sobre el libro (gracias, Halobrad) y una visitante que decidió probar el libro después de explicarle la trama (espero que lo disfrutes mucho, Edurne).
Lo más complicado fue precisamente el trato con ese público errabundo propio de la Feria, que va de caseta en caseta igual que un pajarillo a la busca de una miga de pan perdida. Cuando menos te lo esperas, uno de ellos ha ido paseándose por toda la caseta hojeando ejemplares y al levantar la vista está cruzando la mirada contigo. En ese instante se produce un tenso silencio, tras el cual el paseante huye (dejándote tiempo, como mucho, para un "¿le interesa?") y tú te quedas esperando a alguien más dispuesto a escucharte. Lo cual también te obliga a olvidarte un poco de la vergüenza personal, recordar que eres "el escritor", y que durante ese rato tú eres quien impone respeto. Algo que a mí me costó mucho, la verdad, tal y como puede verse en las fotos. Para el tramo final de la tarde logré interiorizar esos conceptos, eso sí, y fui capaz al fin de hablar con aquellos desconocidos sobre el libro. Todo un despliegue de desparpajo por mi parte.
Cuando acabó la firma, los comentarios me permitieron hacer un balance positivo. No en vano, tampoco hubiese sido raro pasarme la tarde sin llamar la atención de nadie. Así que, si hay suerte, espero repetir en el futuro y quedar aún más contento del resultado.
Buena reflexión, qué raro debe ser esto de "ser el escritor", y bueno, sí, hay que tirar de desparpajo y capacidad de venta. Algunos autores célebres lo tenían muy claro.
ResponderEliminarBuen consejo esto de los libreros.
Saludos.
Estupendo que ya pasó esa experiencia, a mi es que me encanta estar de cara al publico porque siempre ocurre alguna anécdota simpática. Y como yo digo, la vergüenza hay que dejarla en casa.
ResponderEliminarY esa sensación que mencionas, del "ojeador" que cruza la mirada contigo, es un tanto extraña, y en según qué casos te puedes permitir un "llévatelo que está uy bien" jajajaja (me lo paso bomba en las firmas).
Bueno, pues mira por dónde... hoy ha aparecido por el blog de la novela Edurne, esa visitante que se dejó convencer para llevarse la novela.
ResponderEliminarSólo por lo mucho que dice que le ha gustado, ya me merece la pena haber estado allí. A ver si al final voy a tener lectores fieles para mis obras y todo....
Me alegro que te gustase. Cuando quieras, más.
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