jueves, 28 de enero de 2016

Los "Cuentos Cuánticos" (12)

Continuando con el repaso al proceso de creación de los cuentos incluidos en Ni colorín, ni colorado, hoy le toca el turno al que, según mis elucubraciones, podría relatar el futuro de otro personaje clásico: Jack, el de las habichuelas mágicas.

Lo más interesante del cuento original es que su protagonista resultaba ser un héroe demasiado ambiguo. La conducta del joven que descubría el hogar de un gigante, se dedicaba a saquear de forma sistemática su fortuna y lo mataba cuando se veía descubierto, no debía de parecer un buen ejemplo con el que educar a los niños. Por eso, cuando Benjamin Tabart publicó su versión del cuento a principios del siglo XIX, incluyó el hecho de que el gigante era el asesino de su padre, de modo que el comportamiento de Jack (pillaje incluido) resultase justificable. Sin embargo, y aunque esta versión fue respetada luego, no hizo olvidar la narración original. De modo que una de las caracterizaciones más exitosas en la actualidad (la que se le hizo en los cómics de la serie Fábulas) lo retrata como un buscavidas irresponsable, dispuesto a timar al prójimo a la mínima oportunidad.

Por mi parte, a la hora de enfocar la narración me decidí (como en el caso del epílogo de Aladino) por ese lado gris de su personalidad; el prototipo de "chico de la calle" que pasa de ser un pardillo a convertirse en un ladronzuelo y tiene un golpe de suerte inmenso. De ahí que su versión adulta esté basada en un personaje de novela negra: el timador endurecido por el paso de los años, hasta el punto de no poder ver a nadie de otra manera que como un objetivo de sus trapicheos, y cuya dilatada experiencia eludiendo a la justicia le ha convencido de que nunca le atraparán. Por otra parte, introduje en el relato un elemento que, por lo visto, sólo aparece en algunas de las versiones en castellano: en lugar de un arpa de oro que suena por sí sola, hablan de una caja de la que sale una moneda de oro (en el cuento que escogí la caja producía una moneda cada día, de modo que actuaba como una gallina de los huevos de oro inanimada). Un tesoro en torno al cual gira también parte de la historia, para describir el mayor de los problemas que le encontraba al personaje: su conducta derrochadora (en la versión de Tabart los robos se producen con años de diferencia, a medida que Jack y su madre agotan las riquezas saqueadas).

Al igual que con la mayoría de relatos de la colección, el mundo en el que se ha hecho adulto Jack está más cerca de la versión histórica que de los coloridos universos de los libros para niños. Por eso, el relato acabó convirtiéndose en la narración de la enésima fuga de Jack para librarse de la ley. Una huida en la que repasamos cuál ha sido el transcurrir de su vida, desde el día en que cortó la planta de judías para provocar la muerte del gigante, hasta esa última carrera por seguir eludiendo las consecuencias de sus actos. Por razones obvias no voy a comentar cuál es el resultado de la huida, pero baste decir que se adecua a ese mundo de estafadores que nos han mostrado películas como Los timadores.

Respecto a la opinión de los lectores beta, hay que decir que sus comentarios me empujaron a reescribir bastantes elementos del manuscrito original. Y, sobre todo, a extenderme en la explicación de ese lapso de tiempo transcurrido entre el final del cuento clásico y este "epílogo". Y aunque sea uno de los cuentos más difíciles de identificar (en mi opinión, tampoco es demasiado conocido en el mundo hispanohablante, salvo por la película de 2013), me considero satisfecho con el resultado final. 

Y hasta aquí puedo escribir. Así que toca despedirme, prometiendo nuevos artículos para la semana que viene.

Un saludo. 



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(Aquellos que vayan a leerlo, tengan en cuenta la prescripción facultativa del autor: para disfrutar los relatos en su justa medida, no lean más de dos al día. Igual que las bolsas de caramelos, si se lo tragan de una sentada es posible que se les empache).

jueves, 14 de enero de 2016

Los "Cuentos Cuánticos" (11)

Una semana más, vengo a comentar con vosotros el proceso de escritura de otro de los relatos incluidos en Ni colorín, ni colorado. Y cuando ya sólo resta un tercio del conjunto por comentar, le ha llegado el turno al que pudo ser el más complicado de afrontar: el Flautista de Hamelin.

Al leer el relato habrá quien piense que estoy exagerando, porque su breve extensión no debería haberme requerido un gran esfuerzo. Y, sin embargo, existía un escollo difícil de saltar que se me planteó en el mismo instante en que consideré la posibilidad de añadirlo a la recopilación: en el cuento original, el flautista es un personaje un tanto desdibujado: tan sólo se nos dice que es un músico de aspecto pintoresco, para luego convertirse en el vehículo por el que les llega su castigo a los habitantes del pueblo. De hecho, dando nombre al relato, resulta ser el villano del mismo (por más que la gente de Hamelin cometan un delito al no querer pagarle por sus servicios, la venganza del flautista se antoja desorbitada). Todo eso hizo que, a la hora de intentar imaginar cuál podría haber sido su destino con el paso de los años, me encontrara con muy pocos datos sobre su personalidad o motivaciones. Aparte de que, en su papel de "causante de la desgracia", tampoco contaba con la baza de un shock post-traumático con el que jugar. Así que me vi obligado a realizar un ejercicio de especulación, para intentar recrear la clase de persona que podría hallarse bajo esa figura un tanto esperpéntica con la que se le asocia.

Como ya he dicho, el cuento clásico no ofrece suficientes datos para realizar un perfil psicológico del flautista. De modo que acabé por desarrollar tres premisas, haciendo extrapolaciones un tanto aventuradas en base a lo que hace durante el cuento. La primera, que como buen músico ambulante debería de conocer otros instrumentos; lo cual me hizo dotarle de las habilidades de un luthier. La segunda, que tenía algo de inhumano (ignoro si el original evocaría a su público las criaturas faéricas, pero estoy por afirmar que algo de eso habría); así que imaginé que no envejecería al ritmo de la gente normal. Y la tercera, y más importante, fue la inflexibilidad con la que trata las promesas que se le hacen. Sus pactos tienen un poco de los deseos concedidos por los djinns. Y creo que, de todo el universo de los cuentos clásicos, éste es el único personaje al que, sabiendo de quién se trata, nadie osaría traicionar su confianza.

Insisto; sé que las bases de las que partí para redactar el relato no dejaban de ser endebles, pero el hecho es que me ofrecieron un asidero con el que empezar a trabajar. Y cuando empecé a organizar mis notas, la idea que lo centraba todo era esa cualidad misteriosa del flautista: un ser con un poder que los demás no querrían desencadenar, pero al que provocan con su actitud. Y de forma inconsciente acabé desarrollando una historia con no poco de "revival" del original, considerando que la capacidad del ser humano para olvidar las advertencias del pasado acabaría por obligar a este ser a manifestarse. 

Al final el resultado fue bastante positivo, ya que es uno de los relatos que ha recibido mejores críticas. Y supongo que parte de la culpa la tiene su fondo reivindicativo (algo que no había vuelto a aplicar a ninguna historia hasta que redacté el cuento con el que he participado en Supermalia). Un factor que, en la actual situación político-social, despertó simpatías de forma muy especial entre aquellos que se sienten desengañados. Algo que no fue buscado de forma consciente, pero que no deja de respetar el espíritu original del relato.

Y hasta aquí puedo escribir. Así que toca despedirme, prometiendo nuevos artículos para la semana que viene.

Un saludo. 



(Ni colorín, ni colorado se puede adquirir en formato físico o digital en Amazon. Y si vives en Madrid y prefieres echarle un ojo antes, pásate por Generación-X Carranza).


(Aquellos que vayan a leerlo, tengan en cuenta la prescripción facultativa del autor: para disfrutar los relatos en su justa medida, no lean más de dos al día. Igual que las bolsas de caramelos, si se lo tragan de una sentada es posible que se les empache).

martes, 12 de enero de 2016

El curioso camino de los nuevos autores hacia el estrellato.

Hace poco me hice eco en mi página de Facebook de un artículo publicado en The Guardian,dedicado a explicar cómo percibía un editor independiente la forma en que se relacionaban con ellos los grandes sellos en la actualidad. Su discurso me resultó interesante, de modo que decidí condensar lo que contaba, aportando lo poco que puedo opinar al respecto. 

El artículo, firmado por Kevin Duffy (co-fundador de la editorial independiente Bluemoose Books), insistía en que las grandes editoriales se mueven bajo una mentalidad demasiado enfocada a las ganancias inmediatas, y cómo eso les ha hecho olvidar la tarea de localizar a nuevos talentos. Para empezar, atacando lo que considera un escaso interés (por no decir inexistente) en arriesgarse a publicar la obra de autores desconocidos. Una acusación basada en los siguientes principios:

Fichaje de autores "revelación".
Duffy viene a decir que la política de contratación de los grandes sellos editoriales, cuando se trata de autores noveles, consiste en esperar a que alguno obtenga suficiente reconocimiento (publicando con un sello independiente) y ofrecerle entonces el oro y el moro, para hacerse así con la nueva gallina de los huevos de oro. Algo que a los aficionados al fútbol les resultará familiar por ser la conducta habitual de ciertos equipos grandes. Duffy se lamenta de esto, ya que atribuye también parte del éxito al trabajo editorial para pulir las "asperezas" de cada autor. Un esfuerzo del que luego se olvidan los susodichos, cuando Hachette o Random House llaman a su puerta y les deslumbran con ofertas para convertir sus libros en películas o montar torres de ejemplares a la entrada de las librerias. Y aunque no lo diga, creo que hay algo de rencor hacia algún "hijo desagradecido" en el pasado de su historia como editor. Yo entiendo su "enfado", pero de mi experiencia entre escritores he sacado en claro que muchos consideramos el paso por editoriales pequeñas como un escalón obligatorio para poder aspirar a firmar con algún sello "de relumbrón". Y cuando esa idea está instaurada en la mente del escritor, supongo que no se sopesa la posibilidad de seguir trabajando con quien te puso en las listas de venta.
(tira cómica de kill the hydra)

Filtros de selección limitados.
2 de los últimos 3 ganadores del Premio Booker habían publicado sus obras con sellos independientes. Duffy apunta a este dato como una señal evidente de que los criterios de selección de los grandes sellos de ficción literaria no están bien afinados (recordando, además, que muchos de esos autores acaban publicando con editoriales pequeñas después de ser rechazados por las grandes editoriales). Y culpa del problema a dos factores: el restrictivo sistema para admitir manuscritos, limitado a valorar sólo obras que les lleguen a través de agentes literarios (cuya capacidad para discernir la excelencia se vería sobrepasado por la cantidad de textos que reciben a lo largo del año), y la tendencia de esos sellos editoriales a depositar toda su confianza en comités de ventas o gurús del marketing, basándose en la creencia de que ellos "saben lo que se va a vender". 

Al hilo de estas quejas, Duffy desarrolla lo que él considera "el problema subyacente" de esta política editorial: la escasa labor que se está haciendo en esos sellos por enriquecer su fondo editorial. Con ese enfoque en publicar obras que den un gran rendimiento a corto plazo, les achaca estar dejando de lado el problema de tener un fondo editorial basado tan sólo en el "éxito del momento". De hecho, señala un riesgo que están tomando de forma sistemática en épocas como las Navidades. Uno que les supone grandes pérdidas cuando fracasan, pero del que se niegan a desistir: la inversión de miles y miles de dólares en publicar y publicitar libros cuyo principal atractivo es "estar escrito" por una celebridad. Inversiones que, en más de un caso, acaban quedando en agua de borrajas por muy prometedoras que fueran sus expectativas. Y el consejo de Duffy para los grandes editoriales es que, por el precio de comercializar un libro así, se arriesguen a fichar una o dos docenas de nuevos talentos. Una inversión más beneficiosa ya que, según su razonamiento, esos autores tendrán una vida productiva más larga que tal o cual celebridad y sus obras deberían resultar más prósperas, eventualmente, por el mismo motivo.

A título personal debo decir que el empobrecimiento de los fondos editoriales se debe considerar como un "problema menor" en los despachos de esas editoriales. Y lo digo así, pensando en la facilidad con que estos enormes conglomerados editoriales están fagocitando a cualquier sello "menor" que les resulte interesante. Darle brillo al fondo editorial, a día de hoy, no es más que un problema de abrir la billetera y empezar a ofrecer dinero. O, al menos, es la percepción que yo tengo. 

El artículo termina exponiendo uno de los grandes "tópicos" del mundo editorial: los fallos clamorosos que se siguen dando en el criterio de selección de esos sellos, a la hora de decidir si una obra será comercial o no. El ejemplo que pone Duffy (a modo de orgullosa bofetada para las grandes editoriales), es Benjamin Myers, autor de su propio sello. Su primera novela, Iron Pig, fue rechazada "porque a nadie le interesará la historia de un currante de un pueblecito del norte". Sin embargo, esa obra "sin interés" acabó ganando la primera edición del Premio Gordon Burn. Y su segunda obra ya ha sido merecedora del Premio Pórtico. Actualmente, Myers sigue publicando con Bluemoose y dice no sentirse interesado para nada en fichar por una gran editorial. Entretanto, ha ganado el Premio Tom Gallon de la Sociedad de Autores y forma parte de los seleccionados para obtener el Premio Jerwood. Todo lo cual, según su feliz editor, hace que sus obras enriquezcan el fondo editorial de quien confió en él.
(tira cómica de Jack Ziegler)

Como colofón, y reconociéndome ignorante de muchos de los mecanismos editoriales actuales, sólo puedo decir que me alegro de que existan las editoriales independientes; sin ellos (Grupo AJEC, Tyrannosaurus Books, Neonauta Ediciones, El Transbordador, Nevsky Prospects...), lo más probable es que yo hubiera desistido hace tiempo de mis sueños como contador de historias (al menos, en este modo "algo más que amateur" que he alcanzado). Y, desde luego, sigo aspirando a ver que el éxito le alcanza a alguna de esas obras que ningún sello importante ha querido publicar. No por un afán revanchista, si no por la pura satisfacción de comprobar que sí, que lo que escribo puede hacer disfrutar a mucha gente. Y si llega ese día, y aparecen en mi casa para ofrecerme un contrato super millonario, espero tener la sangre fría de dedicarle unos segundos a pensar si me merece la pena...

viernes, 8 de enero de 2016

Los "Cuentos Cuánticos" (10)

La sección dedicada a los cuentos de Ni colorín, ni colorado continúa su singladura en este año nuevo, y estrena el 2016 hablando de uno de los últimos cuentos clásicos que han pasado por el tamiz de Disney en su conversión a dibujos animados: Rapunzel (y debo decir, a pesar de mi ácida critica a la dulcificación que eso ha supuesto siempre, que es una de mis películas de animación favoritas de los últimos tiempos, por su tono cómico).

Lo cierto es que también  fue una de las últimas incorporaciones a la recopilación. La razón básica es que, cuando repasaba la lista de cuentos clásicos a la búsqueda de "candidatos con los que trastear", éste era uno de los pocos que no sabía muy bien cómo encarar. A pesar de lo truculenta que es la historia original, no se me ocurría ninguna idea con la que plantear otro "epílogo" (aunque ahora creo que, precisamente por ser un relato tan trágico, no era capaz de pensar en un futuro que superase esa crueldad con los personajes). Por eso, decidí que debería afrontarlo desde el punto de vista del cambio de género. Una alternativa que tampoco resultó sencilla de resolver.

Al buscar los posibles paralelismos existentes entre la trama del cuento y los tópicos de algún genero literario, mi primera elección me dirigió hacia el cyberpunk y los mundos virtuales. ¿Por qué? Porque los cabellos de Rapunzel, extendiéndose para permitir al príncipe alcanzar su celda, me hacían pensar en internet. Ahora, haciendo memoria para redactar este artículo, creo que la analogía de los cabellos con hilos de oro fue lo que llevó mi razonamiento por esos senderos tan extraños. Sin embargo, nunca logré desarrollar esa propuesta (aunque me resultaba muy evocadora) y, al escribir una versión cyberpunk de otro clásico, decidí desecharla porque no me interesaba repetir género.

Pero, para entonces, Rapunzel se había convertido ya en una espina que necesitaba sacarme. Tenía que haber una forma de recontar su historia. De modo que seguí buscando esa clave que me orientara en su "trasplante" literario. Y la respuesta, vista ahora en perspectiva, resultaba de lo más obvia: las novelas de espionaje. Rapunzel es una joven con cualidades extraordinarias, cautiva en una cárcel inexpugnable ("detrás de un muro"), y cuyo aspirante a rescatador sufre una tortura terrible por parte de su carcelera. Al pensar en la historia en esos términos, me recordó a las típicas tramas de espionaje durante la Guerra Fría. Esas en las que se hacía necesario rescatar a un genio científico de las garras del malvado comunismo. Y aunque soy más aficionado a las películas que a los libros de esa temática, eso no me amilanó. De hecho, me tomé como un reto el conseguir plasmar por escrito algo que me recordase lo que había visto en películas como La casa Rusia, El topo, o Juego de espías (evitando la tentación de decantarme por una historia "a lo James Bond", que me habría resultado más fácil de desarrollar).

Una vez decidido el concepto sobre el que iba a trabajar, el proceso de escribir fue más o menos sencillo. Para empezar, repasé internet a la búsqueda de información sobre Berlin en la época de El Muro, ya que esa ambientación me parecía muy evocadora del género, al tiempo que iba organizando una trama que respetara suficientes elementos del cuento original para hacerlo reconocible (y que era una de las condiciones que me había autoimpuesto al planear estas versiones).  Por otro lado, como quería representar por escrito una historia de espías alejada de todo el fuego de artificio de los 007 y similares, procuré también que la historia tuviera un tono bastante contenido. Y así fue como tomó forma este relato del rescate de Rapunzel, desde el punto de vista de su caballero-espía.

El resultado final, teniendo en cuenta ese desfase en mi conocimiento del género en su versión escrita y "animada", me parece que es aceptable. Desprovisto de heroicidad épica, el príncipe se transformó en un mercenario y su tortura a manos de la bruja se hizo menos lírica y más "sucia". Eso sí, tuve que añadir alguna pista adicional para ayudar a los futuros lectores a reconocer el cuento original, ya que mi plantilla de testadores me demostró que había sido demasiado optimista al respecto; pero creo que ha resultado un buen ejemplo de lo que puedo dar de sí cuando tomo distancia del vocabulario y los gestos de la pura historia de aventuras.

Y hasta aquí puedo escribir. Así que toca despedirme, prometiendo nuevos artículos para la semana que viene.

Un saludo. 



(Ni colorín, ni colorado se puede adquirir en formato físico o digital en Amazon. Y si vives en Madrid y prefieres echarle un ojo antes, pásate por Generación-X Carranza).


(Aquellos que vayan a leerlo, tengan en cuenta la prescripción facultativa del autor: para disfrutar los relatos en su justa medida, no lean más de dos al día. Igual que las bolsas de caramelos, si se lo tragan de una sentada es posible que se les empache).

lunes, 4 de enero de 2016

Entresijos Editoriales: Patxi Larrabe (Neonauta Ediciones)

Después de ausentarse del blog durante el pasado año, la sección de entrevistas ha salido de su cápsula de hibernación para volver a entregaros pistas sobre el mundo editorial. Además, y con la intención de darle una vuelta de tuerca al concepto de esta sección, he conseguido convencer a algunos de los responsables al cargo de editoriales que están apostando por nuevos autores. A ver qué nos pueden contar sobre su experiencia y sobre sus esperanzas para el revuelto mundo de la publicación de libros. 

El primero de nuestros ilustres visitantes va a ser Neonauta Ediciones, a través de Patxi Larrabe. Para mí es un placer poder contar con ellos, ya que fue una gran alegría poder participar en Alambre de Letras con uno de mis relatos: Puro Artificio. Además de convertir ese libro en una pequeña joya de diseño y maquetación, llevan ya unos años intentando recuperar la tradición del bolsilibro. Ese formato de lectura tan apropiada para este mundo de prisas.


1. Defínete como lector/a. Gustos, influencias...
Soy un lector voraz. Suelo navegar entre libros de fantasía y ciencia-ficción, cómics de superhéroes y manuales de juegos de rol, aunque también me gusta la literatura clásica, sobre todo la picaresca (El Lazarillo de Tormes es uno de mis favoritos de siempre). Fritz Leiber es quizás mi mayor influencia, seguido por el Tolkien de El Hobbit e Isaac Asimov. Últimamente estoy investigando a Jack Vance. La verdad, hay tantos autores que quiero leer que espero vivir muchos años.

En cuanto a cómics, siempre he sido muy clásico, de la escuela de John Byrne, George Perez y Marv Wolfman. Recientemente he descubierto a Rick Remender y Grant Morrison, dos autores que me han impactado por su fuerza narrativa y su habilidad para crear historias emocionantes y con gancho. Y no puedo olvidar al Jack Kirby de su etapa más experimental de DC (El Cuarto Mundo, OMAC, Kamandi…). Es mi obsesión más reciente.


Por último, me gustaría reivindicar la importancia de los juegos de rol en la literatura. En mi caso concreto, fueron mi portal a la lectura de literatura adulta. Si no hubiera jugado al mítico juego de rol de El Señor de los Anillos de Joc Internacional, no habría leído El Hobbit y de ahí no habría saltado a la fantasía primero y la ciencia-ficción después. A día de hoy, considero la Dungeon Masters Guide de AD&D, obra maestra de Gary Gygax (uno de los inventores de los juegos de rol) como un libro fundamental para entender el desarrollo de la literatura fantástica, los juegos de rol y de ordenador actuales.

2. ¿Qué te empujó a crear un sello editorial?
El supuesto desmoronamiento de la industria del libro. Nos han vendido la idea de que la gente ya no lee y de que ya nadie hace nada nuevo y, lo siento mucho, pero me niego a creerlo. Lo que ha fallado ha sido el modelo de negocio de las grandes editoriales, pero el underground sigue ahí, siempre ha estado ahí y siempre estará ahí. Un sello editorial pequeño e independiente es costoso y, créeme, da más trabajo que beneficios, pero te permite crear exactamente lo que tú quieres y no hay mayor satisfacción que trabajar a gusto con un escritor o recibir felicitaciones por parte de los lectores cuando estás vendiendo tus libros en el stand de alguna feria.

Además, creo que hay mucho talento en España e, históricamente, hemos sido un país que se ha burlado o ha rechazado a sus propios artistas. Fíjate en el cine, la música, las bellas artes… ¿No es un poco triste que artistas y creativos españoles triunfen en todo el mundo menos, precisamente, en España? Es hora de demostrarnos a nosotros mismos que somos algo más que ajos y panderetas…


3. Autopublicación, piratería... ¿No es un momento arriesgado para embarcarse en esta aventura?
Sí y no. Sí porque, como te comentaba antes, yo ni siquiera lo considero como un negocio. Yo tengo mi day job, como dicen los americanos, por lo que tengo asegurados los garbanzos para mí y para mi familia. La editorial es algo más personal, más artesano. 2015 ha sido un año muy duro para nosotros, con muchos baches y mucha frustración, pero tenemos ganas de seguir dando caña en 2016. Es difícil compaginar un trabajo, un hobby y una familia sin dejar de lado ninguna de las tres. Yo solo se lo recomiendo a los valientes…

En NeoNauta Ediciones no hemos necesitado de financiación externa para sacar adelante el proyecto (vamos, que la pasta la hemos sacado de nuestros bolsillos). De todas formas, es interesante observar cómo, en esta era de la piratería y de la cultura gratis, están cobrando cada vez más fuerza propuestas como el mecenazgo, los crowdfundings, etc. Y es que, si lo analizamos históricamente, siempre ha sido así. Es raro el artista que, por sus propios medios y sin ningún apoyo económico de nadie, haya podido triunfar.

Cada día estoy más convencido que esa concepción de la cultura como bien de consumo es la que precisamente ha acabado con toda la industria cultural.


4. También se dice que hay demasiados escritores y demasiados pocos lectores...
Volvemos un poco a la idea de antes. Siempre ha habido muchos artistas. Cualquiera que investigue un poco las corrientes de hace 50, 100, 200 o más años, descubrirá que no solo escribían los que pasaron a la historia. Es más, posiblemente vendían más ejemplares los que no pasaron a la historia que los que sí (al que le interese este tema, le recomiendo que indague en la literatura picaresca en Europa de los siglos XVI-XVII. Se va a llevar más de una sorpresa). 

Puede que hoy en día se lea menos que antes, pero creo también que la calidad lectora ha aumentado. Leemos pocos, pero los que leemos somos muy sibaritas, y no nos conformamos con esos tochos debidamente serializados e industrializados que nos venden las grandes editoriales en los supermercados, junto a las lechugas y los lácteos. Queremos relatos diferentes, arriesgados, que sean buenos o malos, pero que no nos dejen indiferentes. Queremos y necesitamos buenas historias.

5. Lectores, escritores, editores... ¿Cuánta influencia tienen a la hora de «poner de moda» cierto género?
No creo que ahora mismo importen mucho las modas o los géneros. Quizás a las editoriales de supermercado sí, pero en todo caso son modas que apenas duran unos meses. Una de las ventajas de esta enorme crisis cultural es que nunca antes hemos vivido un periodo de mayor libertad creativa. Lo que nos toca es aprovecharlo como es debido y huir de esas estrategias que llevó a la industria editorial al hundimiento.

6. Para publicar en tu sello... ¿Cuentos o novela?
De momento, hemos sido muy estrictos con la longitud de los bolsilibros. Al ser un formato reducido, no se podía pasar de las 25.000 palabras (un relato largo o novela corta, lo que prefieras). Pero en breve daremos el salto a algún nuevo tipo de formato. Hay que huir del estancamiento. Hay que evolucionar y experimentar.


7. ¿Qué buscas en un manuscrito a la hora de valorarlo?
Puede parecer extraño, pero en NeoNauta, en la mayoría de los casos, hemos sido nosotros los que hemos contactado con los escritores pidiendo que nos escribieran una historia. Puede que esté mal que lo diga, pero no solemos tener muy en cuenta los manuscritos que nos envían. Si he leído a un autor y me gusta, como es el caso de Luis Guillermo del Corral o de Miguel Ángel Naharro, intento contactar con él y le ofrezco la posibilidad de publicar para nosotros. 

8. ¿Cuál es el principal error que cometen los autores al enviar manuscritos?
Esta es muy fácil: decirte que es la novela definitiva que va a venderse como churros y hacer rico a todo el mundo. En serio, hay gente que es así. O enviarte un libro ya acabado con las condiciones de publicación y sin posibilidad de revisión. También hay gente así.

El papel del editor ha sido muy castigado por las malas prácticas que se han llevado a cabo por parte de las grandes editoriales y por editoriales “trampa” que solo buscan un beneficio (esas que cobran al escritor por publicar su libro… ¡vergonzoso!). El editor no debería ser un tirano ni un mero publicador. Debería acompañar al escritor en el proceso creativo, guiándolo y mimándolo.

9. ¿Cuál es el libro del que estás más satisfecho?
Alambre de Letras, sin duda alguna. La Primera Guerra Mundial es una de mis pequeñas obsesiones, y sacar adelante este proyecto ha sido una de mis mayores satisfacciones en la vida. Creo que es un buen libro, en todos los aspectos. Es en el que más hemos cuidado la calidad del papel, la maquetación, las ilustraciones, los textos… y todos esos pequeños detalles se notan. También es el libro por el que más felicitaciones hemos recibido, y eso es una sensación indescriptible. Ha costado mucha sangre, sudor y lágrimas, pero ha merecido la pena.


10. ¿Un/a autor/a que te haya hecho ilusión publicar, o con quien te gustaría trabajar?
Esta es una pregunta trampa… jejeje… Algo así como, ¿cuál es tu hijo favorito? 

Fuera bromas, me ha gustado mucho trabajar con Luis Guillermo del Corral en nuestro último bolsilibro, Kaijin. He tenido el placer de conocer personalmente a Luis y es una persona encantadora. Le dimos unas cuantas vueltas al texto inicial y ha terminado siendo un relato muy bueno, muy original. Espero poder seguir publicando libros suyos.

¿Con quién me gustaría trabajar? Como te he dicho antes, hay un montón de gente interesante por aquí y tengo unas cuantas personas fichadas con las que me gustaría poder trabajar, pero prefiero mantenerlo en privado de momento.

11. Un proyecto del que puedas hablar...
Tras un año difícil lleno de complicaciones, hemos vuelto con fuerza y ya estamos trabajando en el siguiente bolsilibro: Hundara la Rebelde de Miguel Ángel Naharro. Va a ser una historia de fantasía, de espada y brujería, pero basado en la mitología celta, y con una protagonista de armas tomar. En estos momentos estamos en la corrección previa a la maquetación, y la portada (también de Fernando Vicente, nuestro portadista habitual) está terminada. Tenemos algún título más en la recamara y, a largo plazo, Alambre de Letras 2.


12. Recomiéndanos una lectura (que no sea de tu editorial).
¡Hay tantas! Voy a romper una lanza a favor de una colección que me parece sensacional: los mini-libros de Austral Básicos. Grandes clásicos a un precio ridículo. Shakespeare, R.L. Stevenson, Wilde, Quevedo, Torrente Ballester, Bécquer, Cervantes… Un buen ejemplo de buenas prácticas editoriales.