domingo, 31 de mayo de 2015

"Pesadilla a 20.000 pies" de Richard Matheson

Si empiezo esta reseña diciendo que a cualquier escritor le gustaría ser tan polivalente y brillante como Richard Matheson, puede ser que haya unos cuantos lectores que se pregunten de quién estoy hablando y cómo puedo hacerle esos elogios. Digo esto porque yo mismo descubrí tardíamente a Matheson a través de un ensayo (no recuerdo con exactitud el título) donde se desglosaban los libros de ciencia-ficción que uno debería leer para conocer los hitos básicos del género, y así fue como me embarqué en la lectura de Soy leyenda, una de las obras que mejor combina ciencia-ficción con terror y que, junto con La carretera, creo que forma un maravilloso dúo de literatura desasosegante .

Siguiendo con Matheson, vayan aquí unos cuantos datos para apoyar mi afirmación respecto a su polivalencia y brillantez (por si escribir Soy leyenda no bastase): fue guionista de televisión (sobre todo, es conocido por sus relatos para la Dimensión desconocida) y de cine, adaptando a la gran pantalla su otra novela más conocida: El hombre menguante, amén de El diablo sobre ruedas (novela corta que primero se adaptó a la televisión). De hecho, la recopilación publicada por Valdemar arranca con una introducción en la que Stephen King le declara su amor literario a Matheson y le reconoce como el autor que revitalizó el terror en los años 50-60, encaminando a los que ahora ocupan su trono.


En cuanto a la colección de cuentos en sí, la impresión inicial es buena pero puede resultar un poco frustrante. Ojo, puede serlo sólo en algunos casos, y de forma concreta en el primer relato, insisto. ¿Por qué? Porque la historia que abre el libro y le da título le resultará familiar a quien haya visto la película Dimensión desconocida. Lo cual, a lectores que disfrutan especialmente la sorpresa, puede que haga que ese inicio no tenga tanta fuerza. Pero, como digo, no será una sensación que se mantenga en el tiempo.

A la hora de hablar sobre los relatos, la principal característica del terror de Matheson es su capacidad para extrañar la realidad. Partiendo de lugares, personajes y situaciones que le pueden resultar de lo más cotidianos al lector, va retorciendo esa realidad sin prisa pero sin pausa hasta introducirnos en una auténtica pesadilla. Nada de las localizaciones extravagantes, objetos malditos o fantasmas apolillados que determinaban las historias de terror a principios del siglo XX (aunque haya relatos con fantasmas y maldiciones pendiendo en el ambiente); Matheson le presenta siempre al lector un mundo como el que le espera al otro lado de la puerta. Sólo que, en sus historias, también le está esperando el terror. Acechándole, mas bien, ya que muchos de sus protagonistas son víctimas aleatorias de esa catástrofe que se abate sobre ellos. Y en los casos en que no es así, casi se podría considerar que están sufriendo un"castigo divino". De cualquier manera, el hecho de ver cómo sufren inocentes es una de las principales características para empatizar y sufrir con casi todos los protagonistas (digo esto porque los personajes de Lovecraft, por ejemplo, acaban sucumbiendo en muchas ocasiones a una curiosidad insana y al manejo más o menos intencionado de fuerzas oscuras, y en ese aspecto se les puede culpar de su propia desgracia).

Otro aspecto que King adelanta en su introducción, pero apenas aparece en un par de relatos (y a los lectores actuales no va a llamarles tanto la atención), es el uso del sexo en la narración. Cierto es que el relato donde se utiliza de forma más clara puede resultar escandaloso aún hoy, ya que se desarrolla en torno a fantasías de abusos sexuales; pero de forma general se puede decir que Matheson tan sólo "normalizó" el sexo dentro de la narración, lo cual no deja ser algo de agradecer.

Por último, y para no extenderme demasiado, voy a limitarme a comentar los relatos que yo destacaría a título personal entre los veinte que componen el libro.

Hijo de sangre. (1951). Un interesante relato que nos describe cómo se obsesiona un jovencito con la figura de Drácula, haciendo que le acompañemos por el evidente camino del trastorno mental hasta las últimas consecuencias de su delirio y a la sorprendente resolución final.

Guerra de brujas. (1951). Una historia que serviría muy bien de base argumental para un universo Steampunk. ¿Qué podría pasar si las brujas pusieran sus poderes al servicio de un ejército? Representadas como jóvenes adolescentes (a mí me hicieron pensar en las niñas de los juicios de Salem), la forma en que su malicia se libera como travesuras despreocupadas es el punto fuerte del relato.

El número de la desaparición. (1953). Dentro de las historias de realidades extrañadas, esta lo lleva al extremo al entregarnos las desesperadas reflexiones de un hombre que ve cómo el universo se está preparando para hacerle desaparecer.

Llamada a larga distancia. (1953). Una anciana es torturada por las intempestivas llamadas de alguien que parece empeñado en hacerla enloquecer. Uno de los varios relatos en que Matheson trabaja sobre la paranoia.

El baile de los muertos. (1954). De las pocas historias que se ubican en universos puramente fantásticos, aquí seguimos a una muchacha apocada y sus desvergonzados compañeros de universidad en el necrofílico viaje de iniciación de un mundo que roza lo post-apocalíptico.

El distribuidor. (1958). La paz y tranquilidad de una típica urbanización americana va a ser trastocada hasta sus raíces. Una narración que te golpea de forma brutal con la capacidad del ser humano para hacer el mal. Quienes conozcan La tienda de Stephen King podrán ver aquí una de sus inspiraciones más evidentes.

El semblante de Julie. (1962). Ya he hablado de este relato al comentar el componente sexual en las historias de Matheson. Aquí, un universitario se obsesiona con una compañera de clase hasta el punto de empezar a fantasear con la violación de la muchacha. 

Quizás siete relatos entre veinte parezcan pocos, pero el resto de la colección no desmerecen a los comentados. Y para cualquier aficionado al terror, o aspirante a escritor del género, esta puede ser una más que buena manera de conocer las herramientas de uno de los grandes. 


miércoles, 27 de mayo de 2015

El Origen de los "Cuentos Cuánticos"... y una sorpresa

A aquellos que ya se han hecho con un ejemplar de Ni colorín, ni colorado el título de este artículo puede que les resulte familiar, ya que viene del nombre que escogí para la segunda mitad del libro: Reflejos del espejo cuántico. Y, mientras que el título de la portada ha sufrido varios cambios y mutaciones a lo largo de los años que ha estado pendiente de publicarse, el de esta sección lo tuve claro desde un principio. No creo que hubiera una manera mejor de describir la naturaleza de esos relatos, que pensar en cada uno de sus personajes delante de un espejo en el que se vieran a sí mismos tal y como serían en otro universo.

En un alarde de arrogancia, me atreveré incluso a decir que me siento especialmente orgulloso de esa sección por lo que aporta de originalidad. Supongo que después de publicar este artículo aparecerá alguien para desmentirme y hacer referencia a tal o cual obra que se me adelantó en el tiempo, pero ahora mismo no conozco ningún ejemplo de juego literario como el que he hecho. Al menos, no en libros. Aunque en los últimos años se han hecho populares las versiones "actualizadas" de cuentos clásicos, adaptándolos al mundo contemporáneo o reinterpretando sus elementos, creo que esta es la primera vez que alguien "trasplanta" las tramas a géneros literarios adultos. De hecho, los únicos casos que alcanzo a recordar están basados en novelas y consistieron en adaptaciones para el público infantil dentro de una ambientación futurista: El planeta del tesoro, Sherlock Holmes en el siglo XXII, y Ulysses 31 (una de las series que marcó mi niñez).

Hay una breve explicación al origen de mis "cuentos cuánticos" en la introducción de Ni colorín, ni colorado. Pero como no quería extenderme demasiado (por temor a hacerme pesado), me limité a lo más básico: cómo, mientras me planteaba la forma de escribir un "epílogo" a Caperucita Roja, acabé decidiendo que iba a reinterpretarla al estilo de las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury. Sin embargo, me dejé en el tintero las anécdotas referentes al resto de historias que fueron uniéndose después. Por ejemplo, El soldadito de plomo y El libro de la selva se colaron dentro de sendos relatos previos que nunca había conseguido rematar; consiguiendo dotar de vida a una historia de detectives hard-boiled y a un relato de horror sobrenatural que, hasta entonces, no eran más que buenos ejercicios de estilo y de pronto ganaron en fuerza e intensidad.

Otras versiones estuvieron mejor definidas desde un principio: tenía muy claro que La sirenita era material para un homenaje lovecraftiano, mientras que la transformación de La cenicienta me evocaba (no sé por qué) imágenes de ciborgs y, tras ver el remake de Juez Dredd pude visualizar a la perfección la clase de universo en que iba a vivir. Y en esa dinámica de homenajes al cine, la reinvención de Blancanieves debe confesar que se construyó en torno a cierta escena muy representativa de El silencio de los corderos.

El último relato en añadirse a la lista fue el más complicado de escribir: la historia de Rapunzel. Tras mucho pensar se me ocurrió que la trama encajaba a la perfección en una novela de espías de la Guerra Fría, pero me costó mucho hacer que las piezas encajaran. Y sobre todo me encontré con el problema de introducir las pistas necesarias para reconocer el cuento, ya que había eliminado la más obvia: la larga melena. Sé que el resultado ha dejado confusos a algunos lectores, pero considero que parte de la gracia del libro está también en identificar a los personajes ocultos en sus páginas...

Eso es todo lo que puedo contar sin peligro de estropear la lectura. Pero ahora viene la gran sorpresa. Y es que he decidido sortear un ejemplar de Ni colorín, ni colorado, con un premio adicional (que prefiero mantener en secreto de momento). Pero eso sí, para conseguirlo habrá que hacer trabajar un poco la imaginación.

BASES DEL CONCURSO-SORTEO "MI CUENTO CUÁNTICO"

- Para ganar un ejemplar de Ni colorín, ni colorado, cada concursante deberá inventar una versión de un cuento clásico "adaptada" a otro género literario (por ejemplo, Caperucita Roja como una historia de ciencia-ficción). La única limitación que se impone es que se eviten los géneros de novela romántica o erótica.

- Cada persona puede participar con un Cuento Cuántico solamente.

- Para entrar en el sorteo habrá que escribir una descripción somera de la versión del relato en mi muro de Facebook. Cuantos más detalles y originalidad, mejor. El texto de la descripción deberá comenzar por "Rafael González, mi cuento cuántico sería...." (por ejemplo, Rafael González, mi cuento cuántico sería Los 3 cerditos, contado como si fuera un thriller legal...)

- La fecha tope para participar será el 20 de Junio de 2015, y el ganador se elegirá entre los tres cuentos cuánticos que hayan acumulado más "Likes" antes del 1 de Julio de 2015.

Así que, ya sabéis... si os apetece tener un ejemplar "especial" de Ni colorín, ni colorado, esta es vuestra oportunidad.


viernes, 15 de mayo de 2015

A la radio, por cuentista.

Ayer volví a colocarme delante de un micro, esta vez para hablar sobre mi última aventura literaria: Ni colorín, ni colorado. Los locos que tuvieron el valor de invitarme fueron la gente del programa Bajo Sospecha, en la emisora Radio Carcoma, por mediación de su líder: Eloy Martin, con quien coincidí en una de las presentaciones de Ácronos


Fue tan sólo una hora de charla, pero dio para mucho. Para hablar un poco sobre el origen de la colección de relatos, comentar algunos de los personajes que se pueden encontrar en ella, asistir a una interesante diserción sobre las funciones de los cuentos clásicos, una peculiar versión del cuento de El lobo y los tres cerditos ... e incluso sorteamos un ejemplar del libro. Si queréis oír el programa, podéis encontrar el podcast en ivoox.

En cualquier caso, quiero darle las gracias a Eloy y al resto del equipo por acogerme y ayudar a que Ni colorín ni colorado se dé a conocer un poco más. A ver si con esta entrevista (y algunas más que están aún "en el aire") voy consiguiendo que más y más lectores vayan conociendo estos "epílogos" a los cuentos clásicos.

En breve, más y más noticias. Manténganse atentos.


lunes, 4 de mayo de 2015

Ni colorin, ni colorado

Por fin, después de muchos meses de trabajo, puedo dar esta noticia: desde el día 1 de Mayo está disponible en la tienda de Amazon la colección de relatos que he decidido autopublicar: Ni colorín, ni colorado. Y aunque de momento sólo se ofrezcan ejemplares en papel, a partir del día 6 también será posible obtener copias para Kindle y para Epub (a través de Smashwords).

Hacía mucho tiempo que no esperaba con tantos nervios la publicación de un libro (casi estoy por jurar que ha sido auténtica expectación de primerizo), pero creo que el resultado final merece la pena. De momento, el título y la portada han recibido comentarios positivos por parte de la gente; lo cual me hace creer que el aspecto del libro resulta atractivo. Así que ahora confío en que, a medida que la gente vaya leyéndolo, los elogios se centren por fin en "el relleno" y pueda empezar a saber si este salto de fe ha sido para bien. De lo que estoy seguro es de que me espera un montón de trabajo en las redes sociales para que todo el mundo se entere de que existe.


Los seguidores más veteranos del blog ya sabréis que no soy un gran defensor de la autoedición. Sin embargo, este ha sido un proyecto con el que me he visto en la necesidad de escoger: o seguía llamando a las puertas de las editoriales (y ya eran dos años los que llevaba el manuscrito dando vueltas), o me atrevía a encargarme yo mismo de servirlo a los lectores. Por supuesto, algunas amistades me insistieron para que no perdiera la esperanza; que confiase en la calidad de lo que había escrito, porque algún editor acabaría por reconocerlo. Sin embargo, había algo que me quitó los ánimos de seguir probando: después de hablar en persona con un par de editores (con los que me habría encantado publicar), me temía que no iba a ser fácil encontrar quien se arriesgase con mis relatos. Y no porque la idea pudiera resultar mala, si no porque estaba fuera de la corriente actual del mercado. Al parecer, las revisiones de cuentos clásicos son un campo que ya se considera agotado; y, para publicar, debería haber esperado a que dejase de estar "en barbecho".

Por otra parte, yo veía cómo seguían surgiendo productos para la televisión y el cine que estaban centrados en esta temática (Grimm, Hansel y Gretel: cazadores de brujas, Red Riding Hood, Into the woods, Cuéntame un cuento...), y decidí que el riesgo merecía la pena. Mi razonamiento (que el futuro demostrará cuán acertado o erróneo era) se basa en que sí existe un público al que le atraerá la temática del libro; sobre todo, los lectores del cómic Fábulas y los seguidores de la serie Érase una vez. Un público potencial que, espero, cumpla mis expectativas y no se muestre indiferente a la propuesta de Ni colorín, ni colorado.

El trabajo previo hasta llegar aquí ha sido largo, y hay un buen número de personas a las que tengo que darles las gracias por haberme prestado su ayuda. Para empezar, esos amigos de toda la vida que leyeron las primeras versiones de los cuentos y me animaron a seguir experimentando con ese tema. Después, a los compañeros del foro Ábrete libro! que se ofrecieron como lectores beta y me fueron señalando las aristas a pulir. Y, por último, a las dos personas que se han encargado de que el libro os llegue tal y como está: Lucía, administradora de Ábrete libro!, que se ha ocupado de la maquetación del texto; y David, que ha tenido que sufrirme durante el proceso de elaboración de la portada, y cuya idea de crear símbolos que representaran a los cuentos desembocó en la imagen final. Gracias a todos por ayudarme a hacer realidad este sueño.

Ahora, sólo espero que Ni colorin, ni colorado empiece su andadura con buen pie. Que los lectores lo disfrutéis y vayáis dándolo a conocer a otros, para que todo el esfuerzo y el cariño que se puesto en él no se quede en agua de borrajas. Yo, por mi parte, prometo que haré todo lo posible para que estos cuentos no tengan un mal final.

viernes, 1 de mayo de 2015

"Risa en la Oscuridad" de Vladimir Nabokov

Camera Obscura es una novela que Nabokov publicó por episodios a lo largo de 1932 (en ruso), y cuya primera traducción al inglés, en una fecha tan temprana como 1936, le disgustó lo suficiente como para llevar a cabo su propia versión; esta vez, bajo el título de Risa en la oscuridad. Y quizás haya que agradecerle de forma muy efusiva su esfuerzo porque (habida cuenta de la tendencia a trabajar sobre traducciones al inglés cuando se habla de versiones en castellano), de otro modo es probable que sólo unos pocos estudiosos de lenguas eslavas pudieran disfrutar ahora del genio del autor ruso.

Lo primero que se debe decir sobre Risa en la oscuridad es que constituye un preludio a la obra por la que Nabokov es mundialmente conocido: Lolita. Un dato que debería bastar para atizar la curiosidad de los lectores y que ilustra a la perfección la costumbre del autor por retomar temas que ya había tratado con anterioridad. Dicho esto, casi parece innecesario comentar la sinopsis general de la novela: Albert Albinus, un adinerado hombre de mediana edad conoce a Margot Peters, una adolescente berlinesa de origen humilde, y se enamora de ella; desarrollando una relación malsana que acabará por destruirle. De todo lo cual queda avisado el lector en el párrafo que abre la novela:
Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó; no fue amado; y su vida acabó en un desastre.
¿Qué le queda por hacer a cualquiera después de semejante advertencia? Poco más que sentarse a leer e intentar no sufrir demasiado con la sucesión de calamidades que Nabokov va lanzando, cuan plagas bíblicas, contra Albinus. Calamidades que, justo es señalarlo, el propio Albinus va a propiciar de forma más o menos consciente, y que son consecuencia de la ciega pasión que siente hacia Margot; tan intensa como interesada es la respuesta de ella, que acabará reduciendo todo a una simple relación comercial destinada a sacarla de la mediocridad. Unas intenciones que no se ocultan en ningún momento, pues los propios personajes se las expresan al lector al inicio de la historia, y que acaban por provocar cierta antipatía hacia los actores principales de este drama.


Albert Albinus, para empezar, es un hombre que disfruta de una posición acomodada, bien considerado y relacionado con el mundillo del arte. Sin embargo, enseguida se nos revela que sufre algo parecido a la "crisis de los cuarenta". Le falta algo. Su matrimonio es demasiado tranquilo. En esa tesitura Margot surge como un objeto de deseo inalcanzable, en un  principio, e irrenunciable cuando al fin la consigue (o él cree que la ha conseguido). Pero, al igual que esas personas que le son infieles a su pareja sin decidirse nunca a romper del todo, Albinus se niega a cortar los lazos con su esposa incluso después de haber sido descubierto el adulterio. Así que, a pesar del intenso deseo que siente hacia Margot (tan intenso como para desearla muerta antes que lejos de él), queda la idea de que ella sólo es el medio por el que Albinus procura satisfacer sus deseos de reafirmación personal. Que sólo le mueve el anhelo por demostrarse que puede tener la vida llena de excitación que echaba en falta.

Margot Peters, por su parte, tampoco se queda atrás en el egoísmo de sus motivaciones. Descrita como una nínfula más bien asilvestrada e ignorante, no por ello deja de disponer de una aguda picardía callejera. Nabokov la retrata como una cría de extracción humilde que se convence de que puede alcanzar la fama como actriz; y, aunque al principio parece destinada a ser un juguete a manos de buscavidas y timadores, enseguida queda claro que se hace consciente de la atracción que provoca en los hombres y se decide a aprovecharse de ese poder. Todo lo cual demuestra al hacer uso de varios ardides para comprobar que Albinus puede respaldar sus promesas de amor con dinero, y con los esfuerzos para provocar la ruina del matrimonio (buscando que se produzca el divorcio y reemplazar a la frágil esposa). Una conducta terrible si no fuera porque su ignorancia la convierte en un cliché cómico del "nuevo rico" (condición que Nabokov explota mediante diálogos magistrales, que retratan a la perfección tanto a Margot como a los demás personajes), rebajando esa villanía a la de una arribista descerebrada.

El tercer protagonista de esta historia es Axel Rex, un pintor cuyo papel principal en la trama es la de "echar leña al fuego" de la malsana relación entre Albinus y Margot. En un momento de la narración se le define como un cínico, pero más bien es un hedonista que ronda al "sociópata bien integrado". Es alguien que jamás intervendrá para evitar un desastre, sólo por el placer de contemplar las consecuencias del mismo. Pero además resulta ser el único hombre por el que Margot puede sentir lo mismo que Albinus siente por ella, y el confiado burgués va a dejar que semejante lobo se le cuele en su casa. Un error que, como puede suponerse, sólo podía ocasionar desgracias.

Para no estropear la lectura del libro extendiéndome demasiado en su trama, prefiero hablar de la relación entre esta obra y el cine. No en vano el título original (Camera obscura) se refiere al mecanismo en que se basaron todos sus precedentes, como la linterna mágica. Aprovechando los desvelos de Albinus por hacer realidad el sueño de Margot de convertirse en una gran actriz de cine, Nabokov nos lleva de la mano por todo un corrillo de "primadonnas" ignorantes, directores dispuestos a aprovecharse de las aspirantes a actrices y, en general, un grupo de personas que resultan grandilocuentemente vácuos, Pero, aparte del crítico retrato que se hace de este mundo, parece extraño que sea esa toda la razón de Nabokov para escoger el título. Así que, aventurándome en el campo de la pura especulación, me surge la duda... ¿estaría pensando Nabokov en la capacidad del cine para crear ilusiones, y en ese principio de mostrar al espectador un ejemplo de "vida perfecta"? ¿Acaso imaginaba a Margot y Albinus como dos espectadores ensimismados con esa ficción de vida que están viendo, y que acaban deseando para ellos mismos? Sé que la idea es peregrina, pero la lanzo pensando en cómo se dejan guiar ambos por un ideal de futuro que sólo ellos se creen. Un sueño que sólo va a durar lo que dure la proyección.

Por cierto, que la relación de la obra con el cine continúa más allá de las páginas. En 1969 se llevó a cabo una versión para el cine, que contaba inicialmente con Richard Burton para encarnar a Albinus, y de la cual Nabokov expresó su malestar por el enorme hincapié que se había hecho en rozar la pornografía.