viernes, 22 de julio de 2011

Más Promoción para la novela


Hoy hay dos artículos porque el primero que se ha publicado esta mañana ya lo tenía programado desde el fin de semana pasado. Este de ahora es para explicar que, desde ayer, existe un grupo en Facebook dedicado a "Umbrales" (aunque ya no sea ese el título, como sabréis quien me tenéis como amistad en la red social).

Aunque seguiré colgando aquí las entregas de la novela, tal y como he hecho hasta ahora, mi intención es que el grupo sirva para promocionar más la novela con otros elementos (como también hizo, por ejemplo, "El baile de los secretos"). Me gustaría añadir "concept-art" de un servidor, con imágenes de los personajes, diseños de algunos elementos, etc... que pienso que podría aumentar la curiosidad de los lectores.

Así pues, aquellos que tengáis cuenta en Facebook y queráis disfrutar con esas "joyitas", estáis invitados desde ahora a uniros.

Hasta pronto.

Bibliotecas, Colecciones, Galos y Mutantes


Recientemente, he comenzado a reagrupar la colección de cómics que tenía dispersa entre mi casa y una habitación en casa de mis padres. Aproximadamente llevaba 8 años (más, si no me equivoco) sin reunir todos esos cómics, y con mi enésimo intento por organizar y colocar todo el material de lectura ha llegado este momento. Y mientras me dedicaba a guardar mis Patrulla-X en cajas, para protegerlas del paso del tiempo, se me ha ocurrido la idea de este artículo.

Porque, en realidad, mi afición al cómic de superhéroes empezó bastante tarde. Y lo hizo para eclipsar por completo mi gusto por el cómic europeo. Lo cual, sin ser malo, pensándolo desde mi punto de vista actual parece un contrasentido.

Me explico. Desde los ¿7? ¿8 años? se puede decir que no había tarde que no la pasara en la biblioteca pública del barrio. De 5 a 8 mi culo no se movía de un banco y el mundo se paraba más allá de las páginas del libro que estuviera leyendo. O del cómic. Y en las bibliotecas populares, la selección era de lo más variada en la sección infantil: Asterix, Mortadelo, Blueberry, Valerian, Eric Castel, Tintín, Lucky Luke, El Principe Valiente... Cada vez que aparecía un álbum nuevo, se producía un terremoto. Todos (y quiero decir todos) nos volvíamos locos por ser los primeros en leerlo, o por lo menos por capturarlo en alguna de las devoluciones.

Mentiría si no dijera que me leí todos esos tebeos. Y los disfruté muchísimo. Blueberry y Valerian me fascinaron (aún recuerdo la escena de "Angel Face" en que el teniente acaba con la belleza del francotirador, o esos mundos y criaturas extrañísimos del agente espacio-temporal). Los dibujos de Harold Foster me siguen pareciendo obras de arte. Me reí a carcajadas con Mortadelo, con las palizas a los romanos, con las locuras de la 13 Rúe del Percebe...

Y sin embargo, eso cambió. Si no me equivoco, coincidiendo con el paso de la Biblioteca Infantil a la Biblioteca Adulta (en torno a los 14 años, creo recordar), cuando te hacían ir a la sala "de los mayores". Y perdías el contacto con los tebeos. Ahora la cosa ha cambiado y los cómics han dejado de ser una lectura "sólo para niños" (de hecho, interpreté algo parecido al papel de asesor en la primera gran selección de cómics "adultos" para la Biblioteca Central de Madrid). Pero entonces, el funcionamiento era diferente. Así que pasé a poder elegir entre miles de novelas de aventuras que hasta entonces me estaban vedadas.

Aproximadamente en las mismas fechas, apareció por mi casa un juego llamado "Los Superhéroes". Una oca de MB (creo), que utilizaba cartas impresas con imágenes de los héroes y villanos de Marvel para decidir los resultados. Evidentemente, a Spiderman, Hulk y los 4 Fantásticos los conocía por las viejas series de televisión. Pero allí había cerca de 50 personajes, de los que no sabía nada excepto el nombre que acompañaba a la ilustración. Y entonces ocurrió...

En una visita al kiosco me topé con la portada del X-Men USA 141 (nº4 de la Patrulla-X en la edición de fórum). Un tipo mal encarado se enfrentaba a un enemigo desconocido, que le estaba iluminando con el típico foco de luz de prisiones. Pero lo importante estaba detrás. Un tapiz de imágenes de otros héroes, con ominosas notas cubriendo cada retrato: Prisionero y Ejecutado. Y aquellos nombres los conocía del juego: Angel, Bestia, Hombre de Hielo, Cíclope, Coloso...


Así que me empezó a corroer la curiosidad. Aquel tebeo costaba 100 pesetas (una cantidad respetable para mí en esa época), pero yo quería saber. Quizá leyéndolo podría descubrir quienes eran esos héroes (que, en un alarde de viveza mental, imaginé formaban parte de un mismo grupo). Así que me volví a mi casa, cogí el dinero y me compré el cómic. Y caí en el vicio. De hecho, llegué a llevarme conmigo la colección cuando me iba de vacaciones (cuando aún no sumaban entre todos muchos más de una docena de números).

Existe un artículo que explica cuál era la razón del éxito de los X-Men en la época de Claremont. Básicamente venía a decir que era muy fácil para un adolescente identificarse con un mutante, porque también estaba sufriendo cambios físicos y mentales y era la época en la que uno empieza a cuestionarse las cosas y a poner todo en duda. Ese sentirse "incomprendido" era el nexo de unión entre los personajes de la Escuela Xavier y sus lectores. Probablemente en mi caso se dio la misma asimilación de conceptos, aunque lo que más me ha atraído siempre de ese universo es la idea de que pudiera hacerse verdad. Poder ver a algunos de esos personajes que admiraba, cara a cara. También es cierto que coincidí en el tiempo, más o menos, con el declive de revistas como Zona 84, Creepy, Totem, y otras que se encargaban de surtir a los lectores con las entregas mensuales de obras europeas. Así que lo que podría haberme mantenido enlazado con mis anteriores obras de referencia se desvaneció, lamentablemente.

Mi recuento actual de cómics debe rondar los 500-600 ejemplares. Más de dos tercios son de los X-Men o colecciones "hermanas". Y desde que dejé de comprar las series, mi afición se ha centrado en recopilatorios o tapa dura (Watchmen, V de Vendetta, Fábulas, Hellboy...) Lo cual, llegando al final de esta disquisición, me supone un cierre del círculo. Apenas tengo una docena de álbumes de cómic europeo en mi colección, pero he vuelto a apreciar esas historias autoconclusivas, con una trama interesante y unos personajes atrayentes. Quizá algún día llegue a purgar mi pecado y coloque las aventuras de Valerian o Blueberry en mis estanterías, pero mientras tanto voy plasmando en lo que escribo las ideas que me dejaron e intento recrear las emociones que sentía al leerlos.

Así que no os extrañe cuando cojáis uno de mis cuentos o mis novelas y os parezca ver a uno de esos personajes mezclados entre la historia. Acertaréis de pleno si pensáis que estoy homenajeando a alguno de mis héroes de la infancia.

jueves, 14 de julio de 2011

Algunas novedades respecto a "Umbrales"


Bueno, pues tras las dos primeras entregas de "Umbrales" (¡¿Cómo?! ¿aún no sabes qué es? ¡Echa un vistazo antes de seguir leyendo, insensato!) creo que es un buen momento para comentar mis sensaciones respecto al proyecto.

En primer lugar, hablar sobre algunos cambios que se producirán antes de que aparezca la versión definitiva. Son producto de los comentarios realizados por parte de las amistades que se leyeron la novela, y que aún no están del todo satisfechos. Básicamente, el nombre de la saga (sí, "Umbrales" pretende ser la primera de varias historias encadenadas) y el de la propia novela. Lo primero ya está casi concretado. Lo segundo está dando mucha más guerra. Y como soy bastante perfeccionista, estoy esforzándome por conseguir un resultado redondo.

En segundo lugar, el éxito de la propuesta. La verdad es que el blog ha recibido bastantes visitas desde que empezó este proyecto, pero el número de descargas de los dos primeros PDFs aún es modesto. Me temo que la gente no es muy amiga de leer en el ordenador, y que el formato de "entregas" no convence tanto como si presentase todo ese texto de una vez. Aún así, los comentarios que se han vertido no dejan de ser buenos, así que en ese sentido estoy bastante satisfecho.

También tengo que hablar sobre la publicación de las siguientes entregas. Mi primera intención era espaciarlas de dos en dos semanas, pero ya para el segundo PDF cambié de opinión y lo publiqué sólo siete días después (como dije, porque los que se descargaron el Prólogo se quedaron con ganas de más). Así que ahora quisiera mantener una cierta regularidad, en pro de mi cordura y de que todo el proceso se atenga a las fechas que yo me había establecido. A partir de la tercera entrega y siguientes, iré publicando alternamente en lunes y viernes, en periodos de unos diez/trece días.

Y por último (de momento), agradecer de corazón el apoyo de quienes están leyendo y opinando sobre la novela. Es de gran ayuda ir conociendo la opinión de esos futuros lectores, y tan sólo quisiera poder atraer a más personas hacia este universo que he creado para que me dijeran qué es lo que he hecho bien o mal. Hasta entonces seguiré dando la tabarra en las redes sociales y los foros, a ver si así voy dando de qué hablar en los círculos de aficionados a la fantasía...

martes, 5 de julio de 2011

Mis "muletas" de escritor


Decir que siempre me ha fascinado atesorar conocimientos puede sonar un tanto pedante, pero es la forma más simple de describir una de mas facetas. Quien me conoce sabe que he acumulado un buen montón de libros sobre los temas que más me interesan: historia, arte, ciencia divulgativa e historia bélica.

Sin embargo, hay una parte de mi biblioteca que viene más al caso y últimamente ha crecido en aras de un deseo de profesionalización. Y esta es, por supuesto, la dedicada a los "recursos literarios". Obras necesarias incluso para aquellos, entre los cuales me cuento, que apenas cometen errores ortográficos y disponen de un vocabulario medianamente amplio.

Empezaré, aunque sea un contrasentido, por hablar de algo que no poseo y, en un mundo de wikipedias y búsquedas rápidas en google, puede sonar a obsoleto: la Enciclopedia Espasa. Sólo he podido servirme de ella durante mi época universitaria, y aún así me sigue pareciendo una fuente de conocimientos magnífica. Algún día espero tener el espacio (y el dinero) para añadirla al resto.

Una vez expresado mi anhelo, continuaré con los libros de referencia que sí guardo en mis estanterías y por qué se los recomiendo a alguien que escriba (o quiera hacerlo mejor).


"Diccionario de Sinónimos y Antónimos". De hecho, poseo dos. ¿Por qué? Porque, tras adquirir el de SM y compararlo con el ejemplar "modesto" que ya tenía previamente, comprobé que algunas entradas se complementaban. Además de su utilidad para ampliar y variar el vocabulario, más de una vez me ha ayudado con esas palabras que se quedan "en la punta de la lengua".

"Diccionario de Uso del Español". Reconozco que lo tengo como un capricho, porque no lo he utilizado mucho. Pero basta tener un rato y hojearlo para aprender muchísimo.

"Diccionario Panhispánico de dudas". Porque, a veces, el Word se empeña en decir que tus palabras están mal escritas. Así que éste suele ser un medio infalible para sacarte de dudas, y de paso saber si es la palabra correcta para el significado que pretendes darle a la frase.

Estos serían mis "imprescindibles". Pero, aparte, también hay unos cuantos libros con consejos útiles que quisiera reseñar:

"La práctica del relato" de Angel Zapata (Fuentetaja). De vez en cuando le doy un repaso a los pasajes que tengo anotados, para refrescar las recomendaciones más interesantes que almacena. Fue el primer libro de este tipo en mi biblioteca, y creo que tuvo un papel relevante a la hora de mejorar.

"Escribir y Reescribir" de Gloria Fernández Rozas (Fuentetaja). La última adquisición de mis manuales literarios. Y es que después de todo el trabajo que le dediqué a la reescritura de las novelas, decidí que me vendría bien una ayuda para optimizar el resultado.

"Puntuación para escritores y no escritores" de Silvia Kohan (Alba). Otro libro que acabó con un buen número de páginas marcadas después de pasar por mis manos. Y su utilidad no estriba tanto en las explicaciones de cómo usar los signos de puntuación, si no en los ejemplos del uso creativo de los mismos por autores reconocidos. Eso lo hace muy práctico para no pensar en ellos como simples elementos con una función rígida en la escritura.

"El origen del Señor de los Anillos" de Lin Carter (Punto de lectura). A lo mejor suena extraña esta recomendación. Primero, porque la obra está agotada. Y segundo, por tocar una temática tan específica. Pero si lo añado es por lo que ayuda a entender. Que, a pesar de la innegable originalidad de su obra, Tolkien recurrió a tramas, ideas, e incluso nombres de mitologías antiguas cuando desarrolló la famosa trilogía. Lo cual te enseña a tener siempre presentes los clásicos, y a perderle el miedo cuando uses las ideas que has leído en ellos.

Y hasta aquí llegan mis consejos. Espero que alguna de las obras que he reseñado os sea útil a la hora de mejorar vuestro estilo literario.

sábado, 2 de julio de 2011

"Las estrellas mi destino" de Alfred Bester


(Reseña previamente publicada en Melibro)

Publicada originalmente como Tiger! Tiger! en su primera edición en Reino Unido (1956), fue en su edición norteamericana (1957) donde se cambió el título por el que ahora conocemos. Aún así, la novela conserva referencias mucho más obvias al nombre original que a la “versión americana” (el poema de Blake que inicia la obra, sin ir más lejos).

Salvando la parte final del libro, se puede considerar que estamos ante una novela de aventuras. En este caso, las aventuras de Gulliver Foyle. Un tripulante mediocre de naves espaciales, al cual le va a cambiar la vida al convertirse en el único superviviente y náufrago en un pecio a la deriva (detalle de la historia que, al parecer, está inspirada en el relato de un marinero que pasó por un trance similar durante la 2ª Guerra Mundial). Y cuando otra nave espacial pase de largo, negándole la posibilidad del rescate, Gully Foyle dejará que todo su futuro quede marcado por el anhelo de venganza.


La trama le hace varios guiños claros a “El conde de Montecristo”. Hay un personaje traicionado y “castigado” en una prisión terrorífica (de hecho, se puede decir que pasa por ese trance varias veces), una venganza que se lleva a cabo gracias a un “tesoro” escondido, y una relación tempestuosa con la mujer que quiere destruir al tiempo que la ama... Sin embargo, Foyle no alcanza el refinamiento de Edmundo Dantes y se muestra habitualmente como el depredador apartado del título original: todo fiereza y sed de sangre.

En cuanto a los elementos de ciencia-ficción, destacaría dos principalmente: la especulación sobre un mundo donde es posible la autoteleportación y la ambientación cuasi cyberpunk en que lo sitúa.

La autoteleportación, denominada jaunteo en la novela, tiene un papel determinante en la trama. Cientos de cambios en la sociedad se deben a la capacidad de la práctica totalidad de la población de “jauntear”: ya no existen medios de transporte terrestres, salvo los que quieren usar los aristócratas para demostrar su nivel social; las casas se han vuelto laberintos para impedir el “jaunteo” de intrusos; quien puede permitírselo, pasa el tiempo viajando siguiendo a la noche para vivir una fiesta continua; y, por supuesto, los criminales son llevados a prisiones subterráneas para evitar su fuga (un castigo menor comparado con la lobotomización). Un dato que puede escandalizar a las posibles lectoras es que, en las familias adineradas, se “protege” a las féminas en habitaciones sin puertas ni ventanas y, por tanto, invulnerables al “jaunteo” de quien podría poner en peligro la honra familiar.

En cuanto a la ambientación “pre-cyberpunk”, comentar que Bester está disponiendo un conjunto de elementos al que sólo le falta un entorno cibernético virtual para ser primo (o padre) del “Neuromante”. En la novela nos movemos la mayor parte del tiempo entre una élite aristocrática (cuyas familias ejercen el papel de megacorporaciones), que pervive en un ambiente cuasi victoriano. Pero cuando nos apartamos de ahí, vemos un mundo mucho más siniestro. Bandas de ladrones que cometen los delitos con impunidad. Drogas de diseño que hacen mella entre los pobladores de las zonas marginales. Empleados capaces de cambiar su personalidad (y su propia individualidad) por convertirse en una “marca de fábrica”... Y a eso se le añaden los implantes de mejora física, la cirugía psíquica, las modificaciones corporales...

Mi único pero es que la acción haya supeditado todo lo demás a su servicio. Hay tantas cosas en la ambientación que sólo llegamos a entrever, que quizás otras veinte o treinta páginas bien nos habrían colmado la curiosidad. Aún así la obra cumple con la capacidad de entretenimiento y asombra hoy tanto como hace cincuenta años.