lunes, 27 de junio de 2011

Una decisión difícil


Hace ya un tiempo que vengo meditándolo, pero ha sido durante esta semana que la idea se me ha clavado en la cabeza (será porque tengo mucho más tiempo para "darle vueltas a las cosas"): quiero que la gente lea mi última novela.

Ya el mes pasado comentaba que la espera de una respuesta por parte de las editoriales se me estaba empezando a hacer muy cuesta arriba. Y aunque me considero una persona capaz de armarse de bastante paciencia, lo cierto es que la desesperanza va haciendo estragos en mi ánimo. Ese deshojar la margarita día a día, viendo que no llega noticia alguna desde los oscuros sótanos en los que algún ermitaño está encadenado a una mesa sin dejar de leer manuscritos de autores ilusionados... me está sacando de mis casillas.


Total, que ante ese oscuro horizonte me armé de valor y empecé a buscar información sobre otros autores que hubiesen optado por la autoedición. Más en concreto, por la autoedición digital (obligado inciso aquí, puesto que debo clamar mi absoluta devoción por el modo de edición tradicional y mis reservas por las opciones de autores noveles en la vorágine de la web). Así que he pasado un rato cotilleando lo que se puede averiguar sobre Amazon, Bubok, Lulú y demás zarandajas. En principio, nada complicado y más que a disposición de quien quiera poner a prueba su sueño de hacerse escritor. Sin embargo, durante esta búsqueda me tropecé con la historia de Fernando Trujillo. Autor al que entrevisté el año pasado, y del cual descubro recientemente que se está cubriendo de laureles literarios en Amazon. A día de hoy, se le puede considerar el (ponga aquí su autor de best-seller favorito) del e-book español.

De mi correspondencia con Fernando ha surgido la decisión que muy probablemente voy a acabar tomando (como ya digo, no sin reticencias por mi miedo a protagonizar una caída al vacío): publicar en formato e-book mi última novela. El plan (denominado EL PLAN, a partir de ahora) consistiría en colgar una parte de la historia a modo de "entregas quincenales", para ir tanteando opiniones. Y posteriormente (hacia Septiembre, por aquello de que aún pueda responder alguna editorial), lanzar en Amazon la novela completa.

Así que atentos al blog, que próximamente habrá novedades con las que entreteneros.

domingo, 26 de junio de 2011

Nubarrones Despejados


En primavera de este año, escribía para comentar el pesimista paisaje que se dibujaba en el mundo editorial nacional. Mi opinión venía mediatizada por la situación que se estaba viviendo en dos planos diferentes, relacionados con la publicación de ciencia-ficción y fantasía.

En primer lugar, y por "proximidad", me hice eco de la dura situación económica que atravesaba Grupo AJEC. Problemas en el cambio de distribuidora le hizo asomarse peligrosamente al abismo de la bancarrota. Por suerte para Raúl Gonzálvez, la campaña que se puso en marcha para conseguir suscriptores funcionó de modo bastante efectivo. Tal y como ha contado en una entrevista realizada recientemente, la supervivencia de Grupo AJEC es un hecho para una buena temporada (lo que, para los escritores noveles de ciencia-ficción debería ser motivo de alegría). De hecho, durante este mes anunció la creación del nuevo portal de venta de e-books de su catálogo: ficcion books.


El otro "nubarrón" al que hice alusión en aquel artículo fue los problemas por los que estaba atravesando Alamut para poder continuando con la edición de "Las Monarquías de Dios". Tras una prórroga en el periodo de suscripción, me sorprendió comprobar que la cifra mínima se acabó consiguiendo (150). Eso significa que los lectores podrán seguir disfrutando con las aventuras ideadas por Kearney. Por tanto, lo que parecía que iba a ser un desastre ha acabado (tras momentos de tensión propios de alguna película) en sensación de alivio para todos los implicados.

Desde luego, es una gran alegría saber que los aficionados a la ciencia-ficción y la fantasía en España pueden seguir contando con dos fuentes de títulos interesantes. Es una suerte, sobre todo teniendo en cuenta la escasez de novedades (a nivel de autores y obras) que está causando la crisis.

jueves, 16 de junio de 2011

Contra la espada... y el papel


Como diría cierto personaje de una vieja serie de vikingos... Estoy entu-sias-ma-do!!!!! La gente de "La espada en la tinta" me propuso recientemente hacerme una entrevista para su blog y, por fin, hoy se ha publicado!!!

Me ilusionó bastante saber que estaban interesados en mí, porque Loren hizo una de las reseñas más completas (y favorables) de "El Secreto de los Dioses Olvidados". Así que es un gran placer ser el autor que inaugure su nueva sección de entrevistas. Además la batería de preguntas ha sido muy variada: desde el cotilleo sobre aficiones a los necesarios referentes literarios de mi obra, pasando por los proyectos futuros (espero que, con un poco de suerte, algún editor se entere de que hay una novela mía aguardando que la publiquen).

Para leer la entrevista, sólo tenéis que hacer click aquí.

viernes, 10 de junio de 2011

Asomando la cabeza


No voy a negarlo. 2011 empezó bien, me hice ilusiones... y de pronto me encontré metido dentro de un banco de arenas movedizas. Y ahora, por fin, seis meses después de engullir uvas a voz en grito, parece que voy saliendo de ese pozo.

No son grandes cosas. Quizás poco más que dejar ver la frente. El caso es que me propusieron entrevistarme hará una semana o así, y como la oferta vino adornada con algunos piropos artísticos lo cierto es que me infundió bastantes ánimos. Sobre todo un comentario al estilo "están tardando en publicarte lo último que hayas escrito", que con la espera que voy acumulando me hace plantearme si no tendré que arrojarme en los brazos de la autoedición.

El otro factor de esperanza es que estoy consiguiendo sacar adelante una novela corta de terror que, dicho sea, no entraba en mis planes durante este año. Pero me comentaron que podía tener opciones de publicarla y, tras dar palos de ciego con otra trama que también tenía a medias, acabé por ponerme a ello. Además, la idea original parte de un cuento corto que quise escribir para echarme unas risas con los amigos. Pero a medida que iba desarrollando la historia me fui dando cuenta de que la cosa se alargaba sin solución de continuidad, y tenía claro que necesitaría más de quince o veinte páginas para completarla. Así que parece que esos meses de quedarme en blanco delante del papel se van quedando atrás.


(aquí debería ir una foto de Schwarzenegger asomando del agua, pero internet no ha querido colaborar)

Aunque nunca logro cumplir los plazos que me impongo (suelo ser bastante optimista respecto a mi velocidad de escritura y al volumen de palabras por páginas que voy a completar), el argumento general lo tengo tan claro que ahora las escenas me van surgiendo con relativa facilidad. De momento sólo estoy escribiendo pasajes sueltos, porque sé que no soy capaz de escribir una historia tan larga de forma lineal. Así que esperaré a que me quede poco para alcanzar el límite de palabras impuesto, y entonces empezaré a organizarlo todo (un sistema que me permite, por otra parte, más libertad con la estructura de la trama). Hecho lo cual me gustaría registrar un borrador final antes de que acabe el verano.

Lo malo es que será el momento en el que me tocará volver la cabeza hacia ese montón de cuadernos y notas que aguardan en la "estantería de trabajo" (junto con un prólogo y un primer capítulo esbozado) para atacar de nuevo la primera secuela de lo que pretende ser mi saga victoriana-sobrenatural. A ver si la suerte acompaña y ya he recibido una oferta para editar la novela inicial (mantendré los dedos cruzados)...

viernes, 3 de junio de 2011

"Snow Crash" de Neal Stephenson


(Reseña previamente publicada en Melibro)

William Gibson inauguró el género del Cyberpunk en 1984, al publicar “Neuromante”, y 8 años después Neal Stephenson se encargó de afinar el modelo. “Snow Crash” bulle de acción, soportada por una explosión de adjetivos prestos en todo momento a darnos la visión, el gusto, el olor y el sonido de ese mundo hipertecnificado en el que los personajes corren de un lado para otro. El discurso cuajado de analogías deslumbrantes, seña de identidad de “Neuromante”, se acompaña aquí de una ambientación que responde al estereotipo del género (sociedad decadente, radicalización de las diferencias sociales, multinacionales con atributos de estados soberanos...)

La historia transcurre a principios del siglo XXI. El gobierno de Estados Unidos ha cedido su soberanía a franquicias internacionales, y el Metaverso constituye un universo binario en el cual la libertad de acceso no impide mantener las diferencias de status, derivadas de la capacidad para utilizar software/hardware superior. Los habitáculos de almacenaje son una vivienda habitual y los trabajadores de las Franquicias pertenecen (en el amplio sentido de la palabra, a veces) a la empresa. Tras el debacle del gobierno, los Estados Unidos han pasado a regirse por la versión más salvaje del libre mercado.


En términos generales, la trama del libro no deja de ser una historia de “nobles bandoleros” implantada en ese universo futurista: el personaje principal (Hiro Protagonist) y su aliada (T.A.*) son personajes que actúan de forma “alegal”, aunque ceñidos a códigos de conducta que los mantienen dentro de una cierta “tendencia al bien”. Hiro es un hacker, y como tal luce desde el principio una abierta actitud inconformista con el orden establecido. T.A. es un correo, cabalgando las autopistas sobre un patín inteligente para entregar paquetes cuyo contenido le es indiferente. Pero ambos acabarán convertidos en héroes (muy a su pesar), en medio de una gran conspiración por hacerse con el monopolio de los Estados Unidos. Por supuesto, como toda historia con héroes involuntarios, la acción será la que acabe encontrando a los protagonistas. Acción a raudales, que les obligará a moverse más por instinto de supervivencia que por su idealismo. En el caso de Hiro, su vinculación con el Metaverso le pondrá en contacto con Snow Crash, una forma de virus informático capaz de afectar físicamente al usuario. Y T.A., por su parte, descubrirá que hacerle favores a la Mafia no siempre conlleva experiencias agradables.

En ningún momento podemos olvidar que, sobre todo, esta es una historia de aventuras. Las escenas en que los protagonistas luchan o llevan a cabo hazañas espectaculares priman a lo largo del texto, en una demostración continua de las posibilidades que ofrecen tanto el Metaverso (con su ficción de realidad) como el mundo real (con dispositivos que desafían a la realidad). Así que es posible disfrutar con los combates de espada de Hiro, las acrobacias en monopatín de T.A. y las innumerables batallas que riegan la persecución de Cuervo. Es por eso que, en comparación, la base teórica en la que fundamenta Stephenson el funcionamiento del virus Snow Crash se queda muy atrás. El mito de Babel pasa a convertirse bajo su pluma en una serie de datos algo abstrusos, que supuestamente permitirán dominar la civilización a quien los desentrañe. Personalmente es el único “pero” que le encuentro a esta obra. La reinvención de los dioses asirios y de parte del Antiguo Testamento, mediante una analogía entre ese mundo primitivo y el funcionamiento de un programa informático, es curiosa. Pero en mi caso no me resultó coherente con el mundo propuesto por Stephenson.

Aún así, la novela es interesante por los planteamientos que hace en torno a evoluciones tecnológicas y sociales. Por ejemplo, el Metaverso. Esta realidad paralela, sustituta de la física, puede considerarse en parte un anticipo del “Second Life”. No en vano comparte varios elementos fundamentales (avatares modificables, la capacidad de interactuar con los demás usuarios, opciones para construirse una vivienda, e incluso el tener un negocio ubicado en ese mundo cibernético...) Aunque, eso sí, en Snow Crash este entorno va unido a dispositivos de Realidad Virtual con una capacidad de inmersión aún por alcanzar.

En cuanto a cambios políticos y sociales, aún estamos lejos (por suerte) de la radicalización que imaginó Stephenson. Y es que, aunque debamos conformarnos con democracias imperfectas, la opción que nos propone la novela (transnaciones basadas en establecimientos franquiciados, que hacen las veces de consulados), resulta bastante más aterradora.

De todos modos, “Snow Crash” cumple sobradamente como “lectura ligera” con la que entretenerse y pasar un buen rato. Seguro que más de uno acaba envidiando las hazañas de Hiro y T.A.


(*En el original inglés, Y.T., que da pie a un chiste fonético no trasponible al castellano)